Dos abogados penalistas de Palma interpusieron este miércoles una querella ante el Tribunal Superior de Justicia de Balears contra el juez Manuel Penalva y el fiscal Miguel Ángel Subirán por supuestamente «chivar» las respuestas a un testigo que declaraba contra policías locales de Palma en el llamado ‘caso Cursach'.
Los letrados José Ignacio Herrero y Vicente Campaner sostienen en la querella, que es la segunda de esta naturaleza registrada por ellos contra el magistrado y el fiscal, que el alzamiento del secreto de sumario ha permitido conocer «hechos nuevos que son sumamente relevantes» y que constituyen «nuevos delitos en sí mismos».
En el escrito presentado por los dos letrados se aportan vídeos de la declaración del testigo protegido número 26, realizados el 11 de agosto, que «se desarrolló de forma alarmante. El juez y el fiscal a solas en una sala del juzgado. En otro lugar, probablemente la comisaria de la policía, el testigo protegido, acompañado de diversas personas sin identificar».
La querella apunta a que Subirán «durante la declaración testifical, que se realizó a través de videoconferencia, con el propósito de que el testigo protegido que estaba declarando reprodujera cuanto él le comunicara e identificara a los investigados en reconocimientos fotográficos a los que se sometía, envió decenas de mensajes de Whatsapp a algún agente de la Policía Nacional del departamento de Blanqueo que estaba en la sala junto al testigo, para que éste y sus compañeros le chivaran el mensaje al testigo y así siguiera sus indicaciones». Pero la querella no sólo va dirigida a Subirán, sino que señala también a Penalva: «El juez, en el ejercicio de su actividad profesional, permitió que el fiscal llevara a cabo su reprochable e ilegal conducta, ya que no puede pasar desapercibido lo que parece un continuo trasiego de comunicación entre el señor fiscal y la sala en donde se encuentra el testigo protegido con agentes policiales sin identificar, como tampoco los murmullos o indicaciones que se oyen por el micrófono».
La querella establece una relación directa entre los mensajes que supuestamente envía Subirán y las indicaciones: «No parece casualidad la secuencia entre la escritura del fiscal en su teléfono móvil mientras interroga, las dudas del testigo, el sonido del Whatsapp, los murmullos de los agentes -en ocasiones inteligibles, en el sentido de que una tercera o cuarta voz de alguien presente en la sala de videoconferencia le indica al testigo qué foto señalar– y la contestación final». Según el escrito, así «se construye una prueba de forma absolutamente inveraz e ilícita».