Un hombre ha aceptado este miércoles cumplir ocho años de prisión por propinar en enero de 2013 una paliza casi mortal a su hija de dos, cuando se encontraba al cuidado de la niña en el domicilio de la hasta entonces su pareja en Vinaròs (Castellón) tras pasar toda una noche de fiesta.
El acusado ha confesado que el 18 de enero de 2013 agredió a su hija, aunque ha dicho que lo hizo bajo los efectos del alcohol y las drogas. «Fue como un impulso del diablo y cometí un error», ha declarado durante el juicio que se ha celebrado en la Audiencia de Castellón.
El procesado ha aceptado las peticiones de ocho años de prisión por un intento de asesinato y tres meses más de cárcel por maltrato que reclama la fiscal, que inicialmente pedía hasta 15 años de cárcel por los dos delitos. La defensa del acusado se ha adherido a las calificaciones y conclusiones definitivas del ministerio público.
Asimismo, la fiscal ha rebajado la petición de pena para la madre de la niña y también acusada de cinco a un año de prisión por el delito de lesiones y de un año de cárcel a 33 días de trabajos en beneficio de la comunidad por el maltrato.
Para ambos acusados el ministerio público contempla la agravante de parentesco, mientras que ha pedido también la concurrencia de la atenuante de reparación parcial del daño y, en el caso de la procesada, además, de dilaciones indebidas.
Según el escrito de la fiscal, los hechos sucedieron el 18 de enero de 2013, cuando el acusado, después de toda la noche de fiesta, se encontraba al cuidado de su hija en el domicilio de la hasta entonces su pareja en Vinaròs (Castellón), y con ánimo de acabar con la vida de la menor, le propinó una brutal paliza, hasta el punto de arrancarle mechones de pelo y dejar manchas de sangre por las paredes.
Como consecuencia de la agresión, la niña sufrió lesiones que requirieron tratamiento médico en la UCI y, según el ministerio público, de no haber recibido asistencia médica inmediata dichas lesiones hubieran podido ocasionarle la muerte.
Por su parte, la acusada dejó a la niña esa mañana con su padre a sabiendas de los antecedentes de malos tratos por su parte, puesto que se habían producido episodios violentos con la menor anteriormente. Además, según la fiscal, la madre de la niña sabía que el 13 de enero el procesado agredió a su hija y se interpuso una denuncia cuando la directora del colegio sospechó de la existencia de maltrato.
El acusado, durante su declaración, ha señalado que él no era consciente de la situación en la que quedó la niña tras la agresión. «Es la cruz grande que tengo en mi corazón», ha añadido. Así mismo, ha reconocido que días antes también la había agredido.
Al final del juicio, el procesado ha pedido disculpas por no presentarse a las citaciones anteriores «porque estaba muy perdido en la droga», ha dicho. Igualmente, ha pedido disculpas a la menor y a la madre «porque es una cosa que nunca me perdonaré», ha destacado.
Por su parte, la acusada ha indicado que el 18 de enero de 2013 dejó a la niña con su padre porque «no creía que iba a hacer lo que hizo» y pensó que, tras haberle interpuesto una denuncia por una agresión anterior, la menor «no iba a correr peligro».
La mujer ha relatado que el día de la agresión fue a casa a ver a la niña tras escucharla llorando por teléfono. Cuando llegó al domicilio fue a abrazar a la menor y ésta se «desvaneció» en sus brazos.
Los agentes de la Guardia Civil que han declarado han señalado que, tras observar cómo quedó la vivienda, la agresión debió de ser «violenta y brutal», pues han destacado que incluso el cabezal de la cama estaba desplazado por los golpes.
Asimismo, dos agentes de la Policía Local han manifestado que cuando llegaron a la casa la niña estaba semiinconsciente y con hematomas y mordiscos por todo el cuerpo. «El estado general era horrible», ha apuntado uno de los policías. El juicio ha quedado visto para sentencia.