El Juzgado de lo Penal 3 de Granada ha absuelto a la madre que fue juzgada el pasado septiembre por un posible delito de maltrato familiar por dar una bofetada a su hijo de 13 años y lo ha hecho al entender que no se trató de una medida «excesiva o desproporcionada» ante el inadecuado comportamiento del adolescente y que, en todo caso, no lo hizo con «ánimo de lesionar».
La Fiscalía solicitó en su escrito de acusación provisional siete meses de cárcel para esta madre y una orden de alejamiento de dos años respecto de su hijo, aunque en la última sesión del juicio lo rebajó a 40 días de trabajos en beneficio de la comunidad y seis meses de alejamiento.
Según consta en la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, el día de los hechos el hijo tuvo «un mal e inadecuado comportamiento» con su madre, ante lo que ella «le propinó una bofetada o cachete que no fue excesivo ni desproporcionado». De hecho, el menor llegó a decir «que su madre lo hizo bien y que no se pasó con él».
Durante la vista, la madre relató que se trató de un hecho puntual en una discusión con su hijo adolescente en la que éste le faltó el respeto. También puso de manifiesto que el joven no tiene más familia que se haga cargo de él, de modo que imponerle una orden de alejamiento obligaría a ingresarlo en un centro de menores.
Los hechos ocurrieron a principios de septiembre en el domicilio familiar, en Albolote (Granada), y fue un vecino el que lo denunció ante la Guardia Civil después de que el menor se dirigiera a su casa. Se iniciaron así las diligencias de este caso, en el que ambos fueron citados a declarar tras el incidente y que ha sido objeto de un juicio rápido.
La abogada que ejerce la defensa, María Luisa Ruiz Ortiz, censuró en declaraciones a Europa Press que se le atribuyera a esta madre el mismo delito que a los maltratadores con una petición de pena similar, cuando en este caso la separación de la progenitora perjudicaría al menor.
Confió ya en ese momento en una sentencia absolutoria para su cliente, alegando que los padres «deben conservar su autoridad, más en los tiempos que corren», y que no se puede trasladar a los adolescentes la idea de que se les pueden denunciar en esta clase de «situaciones puntuales en las que, además, no atienden a razones» y «faltan al respeto».