La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a 15 años de cárcel al hombre acusado de matar y descuartizar en febrero de 2016 a su tío en la vivienda donde ambos residían en Dos Hermanas, tras lo que ocultó distintas partes del cuerpo de la víctima en varios paquetes en la zona del cauce del río Guadaíra.
Fuentes judiciales han informado a Europa Press de que, tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, la Audiencia ha condenado al acusado a 15 años de prisión por un delito de asesinato y al pago de una multa de 1.080 euros por el delito de profanación de cadáveres.
La pasada semana, el jurado popular declaró por unanimidad culpable de un delito de asesinato al acusado, mientras que en el caso del delito de profanación de cadáveres el veredicto de culpabilidad fue por mayoría, con siete votos a favor y dos en contra.
El jurado aplicó al acusado, identificado como F.J.R., la atenuante de drogadicción, ya que durante el juicio quedó probado que era un consumidor «crónico» de sustancias estupefacientes, han indicado las mismas fuentes consultadas por Europa Press.
Tras el veredicto, la Fiscalía, que inicialmente pedía para el acusado 25 años y seis meses de cárcel, solicitó 15 años de prisión por el delito de asesinato y el pago de una multa de 1.080 euros por el delito de profanación de cadáveres, petición que coincide plenamente con la sentencia finalmente impuesta.
En este sentido, la fiscal consideró que se trata de una petición de pena «ajustada» a los hechos probados y a las circunstancias personales del acusado, ya que se trata de una persona toxicómana y, además, ha reconocido la autoría de los hechos aunque «minimizando al máximo su actuación».
De su lado, la abogada del acusado pidió la libre absolución de su patrocinado o, en todo caso, la imposición de la pena mínima establecida para ambos delitos.
Durante su declaración en el juicio, el acusado reconoció los hechos y se mostró «arrepentido» por ello, señalando que «nunca pensó que fueran a ocurrir» los hechos y que «no quería matarlo».
De igual modo, el acusado, que indicó que era consumidor de drogas desde que tenía 16 o 17 años, aseguró que no tenía intención de profanar la «memoria» de su tío, sino que «no sabía qué hacer» con el cadáver.
En sus alegaciones previas, la fiscal relató que «no fue un simple homicidio», ya que la acción «tuvo un plus», pues el acusado «mató sorprendiendo al tío y empleando armas», de forma que «primero lo dejó inconsciente y luego lo remató y le dio 12 golpes».
«El acusado sabía lo que hacía» y, tras matar a su tío, «fue más allá» y «no se contentó con intentar ocultar» el cuerpo, sino que lo descuartizó. «No era necesario descuartizarlo para ocultarlo», dijo, añadiendo que en este caso «hay un plus que nos repugna a la sociedad por la falta de respeto al muerto».
Por su parte, la abogada del acusado defendió que éste actuó bajo los efectos de las drogas, señalando que «no quería atentar contra la memoria» de su tío, sino que, al descuartizarlo, «su única intención fue deshacerse del cadáver». LOS HECHOS
En su escrito de acusación, la Fiscalía relata que el acusado se fue a vivir con su tío, hermano de su madre, tres meses antes de ocurrir los hechos proveniente de Gerona, de forma que la convivencia «no era pacífica, existiendo continuos enfrentamientos entre tío y sobrino, algunos de ellos motivados» porque el acusado vendía objetos propiedad de la víctima sin su consentimiento.
De este modo, los hechos habrían ocurrido entre las 21,00 del 26 de febrero y las 10,00 horas del 27 de febrero de 2016 en la vivienda donde ambos convivían, cuando se produjo una discusión motivada por la venta de una videoconsola Play Station 4 que había realizado el acusado y de la que el fallecido había tenido conocimiento, procediendo a recuperar el citado objeto de su propiedad.
El fallecido, «cansado por los problemas que le ocasionaba su sobrino, quiso hablar con él para que regresara a Gerona», dice el fiscal, que asegura que, en el curso de la discusión y hallándose los dos frente a frente, el acusado agarró «fuertemente» a su tío por los brazos, a la altura de los codos.
Tras ello, y «guiado por el ánimo de acabar con su vida», el imputado cogió una picola y un martillo-machota que se hallaban encima de la mesa del salón y golpeó en la cabeza a su tío, quien, «ante este repentino ataque, apenas pudo dar un paso en dirección a la puerta de entrada», pues su sobrino, «eliminando cualquier posibilidad de defensa, le propinó nuevamente, esta vez por su espalda», diversos golpes por encima de la nuca.
Así, y según el relato de la Fiscalía, la víctima cayó al suelo boca abajo, posición que el acusado aprovechó para continuar golpeando a su tío, haciendo uso en este caso de la citada machota y provocándole lesiones que desembocaron en un hundimiento craneal.
De este modo, el acusado propinó a la víctima «por toda la cabeza» un total de 12 golpes con los citados objetos contusos —dos con la picola y diez con la machota— que fueron intervenidos en la vivienda.
El Ministerio Público agrega que el fallecido «no se esperaba una reacción agresiva» por parte de su sobrino y la misma «fue tan contundente y los golpes tan continuados que la mínima defensa que ejerció al cubrirse el rostro con las manos fue insuficiente para repeler eficazmente el ataque», de forma que sufrió «mínimas heridas defensivas de intensidad leves».
El fiscal añade que, «con objeto de deshacerse del cadáver y manifestando un absoluto desprecio por la memoria de su tío, a quien acababa de dar muerte», el imputado trasladó el cadáver al cuarto de baño de la vivienda y lo descuartizó, utilizando para ello un serrucho de grandes dimensiones «con el cual iba desmembrando el mismo y separando las distintas partes del cuerpo», con las cuales confeccionó distintos paquetes.
En la tarde del 27 de febrero de 2016, el acusado se dirigió con su bicicleta a la zona ubicada en el cauce del río Guadaíra bajo el puente de la SE-40, donde extrajo de la mochila los citados paquetes que contenían los miembros inferiores del cadáver y que ocultó bajo unas piedras, tras lo que se dirigió hacia un centro comercial, donde adquirió una pala trasplantadora y una azadilla de corte «con objeto de seguir enterrando posteriormente los demás fragmentos del cadáver».
Sobre las 12,00 horas del 29 de febrero, agentes de la Policía Nacional accedieron al domicilio donde convivían víctima y acusado tras ser requeridos por los empleados de una bodega, quienes «extrañados por la ausencia» del fallecido durante todo el fin de semana decidieron avisar a la Policía.
«Ante la negativa reiterada por parte del acusado para permitir la entrada al domicilio, finalmente accedió a ello, refiriendo a los agentes intervinientes 'ahí está mi tío al que estáis buscando' y mostrando los trozos que quedaban del cadáver», asevera el fiscal.