Lo primero que hizo cuando salió de la cárcel de Cabo Verde fue tomar una cerveza. La última vez que el mallorquín Juan Fernández Bustos bebió cerveza fue en noviembre de 2014. Lo detuvieron junto a otras personas, entre ellas, su hermano y el canario Carlos Alemán Ortega. Estaban acusados de transportar 521 kilos de cocaína desde Brasil hasta la playa de Salamansa, al norte de la isla de San Vicente, donde las autoridades interceptaron el cargamento. Juan Fernández y Carlos Alemán fueron condenados a 15 años de cárcel por narcotráfico, blanqueo y asociación criminal. El pasado marzo, el Tribunal Supremo de Cabo Verde anuló el juicio contra ellos. Están pendientes de repetirlo. Un nuevo proceso judicial. Aún no hay fecha señalada. «Queremos aclarar toda esta gran confusión que ha habido», dice Juan Fernández.
El día 3 de mayo, hace un mes, salieron en libertad. «He estado dos años y medio encerrado como un auténtico animal. Ha sido una cosa horrible», cuenta Juan Fernández Bustos por llamada de WhatsApp. «He tenido animales y nunca los he tratado como me han tratado a mí. Ha sido una porquería. Nos han tenido en un sector de seguridad durante 24 horas. Nos abrían cuatro veces al día para ir al baño y para coger la comida y luego volver. Ha sido todo horrible», relata.