Andrés García y su mujer Anka Popa recordarán siempre el 27 de enero de 2017 porque es el día que nació su tercera hija, pero además por las circunstancias en las que se produjo el parto. «Fue un show caótico pero precioso, una experiencia casi surrealista», manifestó Andrés.
Ese día por la tarde, Anka se puso de parto y la pareja y sus dos hijas, de 5 años y de año y medio, salieron en coche desde su domicilio de la zona de la calle Médico José Darder de Palma hacia el hospital. «Recogimos todo lo que necesitábamos y de camino mi mujer me dijo que parara, que no llegaba», indicó Andrés, quien detuvo el coche como pudo en la calle Manacor y llamó al 112 para pedir ayuda. «Mi mujer se puso de pie en el asiento del copiloto y me dijo ‘ya me sale, ya me sale'. Le ayudé a bajarse los pantalones, vi salir la cabeza, tiré el móvil al suelo y cogí al bebé, fue un acto instintivo», apuntó Andrés y añadió: «lo primero que hice fue mirar si el cordón estaba enredado, después le di una palmadita y enseguida al pecho de la madre».
Al cabo de unos minutos se personó la ambulancia, se hizo cargo de la madre y la recién nacida Paula y las trasladó al hospital, donde recibieron asistencia médica y se comprobó que estaban en buen estado. «El médico de la ambulancia me dijo que lo había hecho muy bien, pero la verdad es que actué casi por instinto», agregó Andrés García.
El padre destaca que «al final se puede decir que hemos tenido la suerte de que todo salió bien».