«Soy el ‘canguro' del barco», indica Juan Pablo, que vigila el Dolce Vita, un velero blanco de 12 metros que quedó varado hace dos semanas por un temporal en la playa de Santa Ponça.
Es el guardián de la embarcación, no quiere que se produzcan más robos. El propietario del Dolce Vita estaba en la isla de San Martín, en el Caribe, cuando el velero encalló en la arena. Estaba fondeado en la bahía de Santa Ponça. Sus dueños vivían allí. Cuando se produjo el temporal, Juan Pablo era el único tripulante a bordo.
El dueño de la embarcación intentará remolcarla a tierra a lo largo de la jornada de este martes. Ha hecho gestiones con unos amigos de Sóller. Le puede costar unos 6.000 euros. Hasta ahora ha esperado a que suba la marea para que las labores de rescate sean menos complicadas. El barco está embarrancado en la arena y es un reclamo más.