Dimitry U., acusado del asesinato de su esposa, que murió asfixiada en la playa de Son Bauló de Santa Margalida en marzo de 2014, ha admitido este lunes que la golpeó con una piedra en la cabeza aunque ha dicho que cuando lo hizo pensaba que ya estaba muerta y ha negado haberla asfixiado después.
En su relato ante el jurado, en el juicio que se celebra en la Audiencia de Palma, el acusado ha explicado que en la madrugada del 7 de marzo de 2014 los dos fueron juntos a una zona aislada de la playa de son Bauló con la intención de suicidarse juntos en el mar porque tenían graves problemas económicos y además ella sufría depresión desde que había fallecido su padre dos años antes.
Durante su declaración ante el tribunal del jurado, el acusado ha repetido varias veces que los últimos meses de su vida fueron horribles por los problemas económicos que tenían y porque no se atrevían a acudir a los servicios sociales ante el temor de ser expulsados, cada uno a su país de origen, Ucrania y Rusia, por estar en situación ilegal en España.
Según su versión de lo ocurrido, que ha relatado de forma desordenada ante el jurado, cuando se metieron en el mar una ola grande los separó, ella fue empujada contra las rocas y él logró sacarla hasta la orilla y arrastrarla.
Al llegar a la orilla, ella todavía estaba viva, «porque estuvo llorando un poco», pero no podía andar, así que la agarró fuerte con la intención de llevarla a su casa.
Al poco tiempo ella perdió la conciencia, algo que atribuyó a sus problemas de salud, ya que a veces perdía el conocimiento y tardaba unos minutos en recuperarse, pero esta vez no volvió en sí, ha continuado.
Según el acusado, intentó reanimarla y al ver que no respondía y no tenía pulso, pensó que había muerto y la golpeó con una piedra en la cabeza en un momento de arrebato en el que se le «cruzaron los cables» y como «símbolo de misericordia».
No hubo ninguna reacción de la mujer al golpe, más allá de «dos o tres gotas de sangre» en la cabeza, que vio cuando intentó levantar su cuerpo para llevarla a casa. No tuvo fuerzas más que para moverla unos metros, así que la dejó allí y se fue a la vivienda donde residían en Can Picafort, donde en los días siguientes intentó suicidarse varias veces, según ha relatado.
Ha dicho que esperaba que todo hubiera sido «un sueño» y que ella iba a volver.
Sobre la carta hallada por los investigadores en el domicilio, en la que se declaraba autor de la muerte, ha explicado que escribió la confesión como carta de suicidio y porque leyó en el periódico que su mujer había muerto de un golpe en la cabeza.
La Fiscalía y la acusación popular -que ejerce la Abogacía de la comunidad autónoma de Balears- le acusan de asesinato con agravante de parentesco y piden que sea condenado a 20 años de prisión.
La defensa niega que asfixiara a su mujer y considera que murió por paro cardíaco por el frío y el estrés o al tragar agua o arena durante las maniobras de arrastre. Pide la absolución del acusado o bien una pena de 2 años por un homicidio imprudente con la atenuante de arrebato por obcecación.
Las acusaciones creen que el acusado forcejeó con su mujer en la orilla porque quería acabar con su vida, la dejó inconsciente, la arrastró por la arena y le propinó un fuerte golpe en la sien derecha con una piedra, antes de taparle con la mano la boca y la nariz hasta que murió por insuficiencia respiratoria.
Durante la presentación del caso ante el jurado, la fiscal ha puesto en duda que tuvieran problemas económicos cuando ella ingresaba entre 500 y 1.500 euros mensuales por su trabajo como traductora. Ha cuestionado que ella tuviera intención de suicidarse y que acudiera voluntariamente a la playa con zapatos de tacón y bolso.
«Matar a una persona de la forma que lo hizo él, cuando estaba inconsciente, es un asesinato y si además es tu pareja es todavía más grave», ha afirmado la acusadora pública ante el jurado.
La defensa ha destacado que el hombre fue detenido e identificado 5 días después de la muerte de su esposa, un plazo de tiempo en el que podía haberse ido del país si hubiera tenido conciencia de haber hecho algo malo, pero no lo hizo.