Santiago, a sus 13 años, ha renacido. El 22 de enero estaba jugando en un castillo hinchable del Parc de sa Feixina, en una fiesta organizada por el Ajuntament de Palma. Su madre lo dejó al comprobar que había dos monitores supervisando la actividad. Tenía por delante dos horas de diversión, pero terminaron en fatalidad. Un niño mayor realizó un salto mortal desde el tobogán de la atracción, a una altura de dos metros, y cayó encima de Santiago. El impacto le causó un traumitismo craneoncefálico.
El menor ha permanecido cuatro días en la UCI de Son Espases, donde ha estado hospitalizado dos semanas. Porta 20 grapas, seis placas de titanio y 15 tornillos para reconstruirle el cráneo, hundido tras el golpe. «Aún le queda un coágulo del que desconocemos las consecuencias», señala Carmen, su madre. «Es un milagro que esté vivo», añade aliviada.
La mujer se muestra indignada con el personal contratado por Cort para controlar la actividad. «Es importante delegar la responsabilidad de la vigilancia a personas que tengan conocimiento del peligro que conlleva este tipo de entretenimiento».