Una vecina de Inca encontró recientemnte un gato blanco, asustado y desorientado, en las proximidades de una gasolinera del municipio. La mujer que lo recogió avisó a los miembros de la asociación Mallorcatz, que se percataron de que el lomo del animal se encontraba envuelto de suciedad y rociado con gasolina. ‘Miperro', como bautizaron sus nuevos dueños al animal de unos nueve meses, tenía los ojos irritados y estaba hambriento.
«El gato, por el dolor que sufría en las patas, no caminaba, ni siquiera las podía apoyar. Le habían arrancado las uñas con tenazas», explica Delia Rodríguez, de Mallorcatz. «Cortar una uña demasiado es un error, pero todas es una mutilación casera».
‘Miperro' fue trasladado a una clínica veterinaria del Pont d'Inca, donde lo sanaron y suministraron un antídoto por si había ingerido gasolina. «Se lo llevó una compañera en acogida para su recuperación y ahí fue cuando apareció una mujer diciendo que era suyo y que dejaban que saliese a la calle porque iba con otros gatos». No obstante, el felino no disponía de chip, collar o identificación alguna.
A pesar de lo sucedido, desde la asociación indican que no pudieron denunciar el maltrato al animal por falta de pruebas.