El primer condenado por maltrato animal que ingresa en prisión en España cumple la pena desde hace unos días en la cárcel de Palma después de que la jueza de lo penal 8 de la capital balear rechazara suspender la condena a 8 meses de reclusión que le impuso por matar a palos a un caballo de carreras.
Según han informado fuentes judiciales, el condenado, que en diciembre de 2012 apaleó hasta matarlo al caballo Sorky tras un mal resultado en una carrera de trote en Manacor, presentó un recurso de reforma contra la denegación de la suspensión de condena o su sustitución por trabajos comunitarios.
El reo solicitaba que se aplazara su encarcelamiento hasta que se resolviese el recurso, pero la jueza que lo envío a prisión denegó esta medida y ordenó la ejecución del auto de reclusión.
El condenado ingresó voluntariamente en el centro penitenciario de Palma hace unos días.
La jueza aún no ha resuelto el recurso de reforma contra el auto en el que ordenó el encarcelamiento del maltratador, a quien aún le quedará la posibilidad, si se rechaza nuevamente su solicitud, de recurrir en apelación ante la Audiencia de Palma.
La magistrada aseguró cuando decretó prisión para el propietario del caballo apaleado que en este caso no existe la más mínima duda de que el acusado empleó una inusitada violencia sobre el animal, causándole la muerte al golpearlo brutalmente y haciéndolo sufrir.
Recordó que la sentencia, dictada después de que el acusado admitiera los hechos, negaba expresamente que concurra ninguna circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, por lo que «no existió arrebato alguno» y «menos aún amor alguno por el animal», como argumentó la defensa para pedir la suspensión de la pena.
Dado que la muerte del equino se produjo por ser golpeado repetidamente con un palo de madera en la cabeza, la magistrada consideró «evidente» que el hombre menospreció la vida del caballo, «solo porque se enfadó por la mala carrera de Sorky».
Según la jueza, es sabido que la muerte a palos es una de las más angustiosas y además puede no ser inmediata sino producir agonía, por lo que calificaba la forma de matar al caballo como «un método brutal como pocos existen».
«La muerte atroz de este caballo de carreras en su propia cuadra del hipódromo es una aberración en el siglo XXI», que generó una legítima indignación en la ciudadanía mallorquina, aseguró la jueza, para quien la ejecución de la pena debe ponderar en este caso no solo la reinserción social del delincuente, sino también la efectividad, «respetar lo fallado y ser enérgico».
La jueza argumentó que, en un caso de maltrato de animales como éste, que ha sensibilizado de manera indiscutible a la opinión pública, la suspensión del cumplimiento de la pena podía convertirse en un mensaje «antipedagógico».
La magistrada concluía que sustituir la pena de prisión por trabajos en beneficio de la comunidad «sería garantizar de manera absurda, ilógica y contraproducente un beneficio que le evite la pena de prisión impuesta en firme y con su expresa conformidad».
Esta es la primera ocasión en España que una persona ingresa en la cárcel por maltratar a un animal.