Las juntas de mandos del cuartel de San Fernando se están volviendo muy peligrosas. Hace unos meses, un policía imputado entró en una de esas reuniones y profirió amenazas. En la junta del lunes saltaron chispas y se escenificó, más que nunca, la ruptura total en el cuartel.
Al mediodía, ocho mandos y el director de Área, Martí Capó, se reunieron en la primera planta del cuartel de San Fernando. Los jefes policiales eran comisarios y mayores. El recién cesado comisario Mut empezó explicando los motivos de su marcha y después tomó la palabra Capó. Durante 25 minutos, el político «puso firmes» a sus mandos. Con educación, pero en un tono muy duro. «Durísimo», según algunos.
Les acusó de no trabajar todo lo que pueden y de falta de profesionalidad, lo que sentó muy mal a los aludidos. Luego habló el mayor Bravo, que defendió la honorabilidad policial y, finalmente, fue el comisario Cabellos el que tomó la palabra.
El mando, al que algunos echan en cara su afinidad política con Cort, se puso del lado de Capó, lo que indignó aún más a algunos de sus compañeros. Fuentes policiales han lamentado «esta política de látigo de los actuales políticos. Si lo que quieren es motivarnos, por este camino no van a conseguir nada. Más bien todo lo contrario. El ambiente en el cuartel es ya irrespirable, y cada día está peor».
Por su parte, desde Cort se apoya totalmente la mano dura de Capó con la cúpula policial: «Lo que no es de recibo es que esos jefes de policía le cuesten en sueldos al ayuntamiento más de 400.000 euros al año y que su trabajo, por decirlo finamente, sea muy mejorable. Si hay cosas que no funcionan, hay que decirlo. Hay horarios laborales y privilegios que no nos cuadran».