La Audiencia Provincial ha ratificado la condena a un apicultor por destrozar una veintena de olivos de la finca vecina a la suya, en Puigpunyent, porque su dueño había fumigado y afirmaba que le había matado abejas.
Los hechos ocurrieron en abril de 2014. El acusado arrojó aceite de motor usado sobre 19 árboles. Con otro olivo la emprendió a pedradas. Todas las plantas murieron, el agricultor perdió la producción y, a mayores, el suelo quedó contaminado por el aceite por lo que el dueño de la parcela tuvo que someter la tierra a un tratamiento de limpieza. En total, los daños que sufrió la explotación agraria ascendieron a 5.221 euros.
Un juzgado de Palma condenó a un año de prisión al apicultor por un delito de daños y le impuso también una multa de 2.100 euros. El acusado recurrió esta decisión judicial. La Audiencia señala que hay prueba suficiente en su contra y señala que en el juicio compareció un testigo al que el acusado le dijo que iba a matar los olivos porque a él le habían matado las abejas. No era el primer conflicto que una fumigación había provocado en la zona.