Un hombre acusado de abusos sexuales y prostitución ha negado hoy durante el juicio celebrado en la Audiencia de Palma haberse aprovechado de una joven que presenta un 71 % de discapacidad psíquica, si bien ha admitido haber mantenido relaciones con ella.
Los hechos ocurrieron entre junio de 2013 y marzo de 2014, cuando el hombre, de 45 años, inició con la joven, que entonces tenía 22, una relación que ha definido como de «amistad», y durante la cual llegaron a mantener relaciones sexuales.
Ha negado haberle pedido dinero y ha asegurado que solo supo que ella sufría una discapacidad cuando fue denunciado por presuntos abusos.
El forense que evaluó a la joven ha explicado ante el tribunal que debido a su discapacidad sufre un retraso mental «moderado» y su disposición a mantener relaciones sexuales es «fácilmente manipulable».
La Fiscalía pide que el acusado sea condenado a 10 años de prisión porque cree que el hombre sabía que la chica tenía una discapacidad, la engañó con la promesa de una relación sentimental y se aprovechó de la situación quedándose parte de una pensión que cobraba, así como con los beneficios que la chica obtuvo de prostituirse varias veces.
La propia joven ha declarado ante el tribunal que pensaba que su relación era un noviazgo, aunque sabía que el acusado estaba casado. «Él me hacía beber y me ponía tonta y luego tenía relaciones con él», ha explicado.
Si bien ha negado haberse prostituido, ha detallado que todo el dinero que tenía, incluida la ayuda económica semanal de 35 euros que le daba la Fundación Aldaba, se lo entregaba al acusado, que se lo reclamaba «para poder pagar el alquiler».
En el momento en el que ocurrieron los hechos, ella residía en acogimiento en casa de una pareja en Palma. El hombre que la tenía en acogida, y que fue quien presentó la denuncia, ha declarado como testigo y ha explicado ante el tribunal que la joven cambió de comportamiento cuando conoció al acusado y «se empezó a desmadrar».
Ha relatado que comenzó a descuidar su higiene, a realizar grabaciones de fuerte contenido sexual con una tableta, a ausentarse varias noches seguidas de la vivienda y a manejar grandes cantidades de dinero. La ayuda que cobraba «no le duraba ni cinco minutos» porque se la entregaba al acusado el mismo día, ha explicado.
Ha relatado que además contaba que había mantenido relaciones sexuales con distintos hombres y «siempre había dinero por medio». Si bien la joven no hablaba directamente de prostitución, sus acogedores supieron que le había ofrecido a un conocido que si quería que «le hiciera algo, por 20 euros lo hacía».
Una amiga íntima de la víctima que también ha declarado como testigo ha señalado que en una ocasión la chica llamó al acusado para preguntarle si podía ir a visitarle y éste le contestó «que no fuera» si no le llevaba dinero.
La fiscal ha mantenido la acusación por abusos sexuales basándose en que, aunque con cierta ambigüedad y limitándolo a una única ocasión, el propio acusado ha admitido ante el tribunal haber mantenido relaciones con la joven, algo que no hubiera conseguido de no ser por la vulnerabilidad debida al retraso que padece.
La acusadora pública ha citado una sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2014 acerca del caso de otra persona con una discapacidad del 66 % cuyo consentimiento para mantener relaciones sexuales no se consideró libre al estar viciado desde el principio dadas sus limitaciones.
También ha mantenido la acusación por prostitución, porque cree que la joven ejerció para obtener dinero y entregárselo al acusado.
La defensa ha pedido la libre absolución, ya que la propia joven ha dicho que las relaciones sexuales fueron consentidas y porque el acusado desconocía que fuera discapacitada al no presentar signos evidentes. En cuanto a la prostitución, ha alegado que la propia perjudicada niega los hechos y no hay ninguna prueba explícita.