Poco antes de ser asesinado en junio de 2013, Andreu Coll había modificado su testamento. El heredero universal de un patrimonio millonario era su hijo pequeño, Andreu. Este ha aceptado una condena de 17 años y medio por matar a su padre. El mismo acuerdo que incluye esa pena de cárcel señala también que tendrá que ser declarado «indigno» de recibir la herencia de su víctima. Por lo tanto, a partir de ahora una parte del legado queda en el aire.
El mismo testamento especificaba que si al hijo le pasaba algo, la heredera sería la hermana del fallecido. De hecho, un juzgado de Primera Instancia de Palma ya paralizó un mes después del crimen la herencia de forma cautelar a petición de la hermana hasta que se resolviera la parte penal. Con todo queda un fleco pendiente, que es qué ocurre con los otros dos hijos del fallecido, que podrían reclamar su derecho a una parte de la herencia, ‘la legítima' (aproximadamente un tercio de los bienes). De formalizarse esta petición, un juzgado de Primera Instancia tendría que resolver el pleito.
Además de un heredero universal, el testamento también destinaba 110.000 euros a cinco empleados de Andreu Coll Bennàsar y una cantidad para una ciudadana inglesa amiga del fallecido.