Zouhair Radi, el hombre que mató a puñaladas a Nuria Orol en el Port d'Andratx negó este miércoles ser también un narcotraficante. Eso sí, su versión chocó con la de dos testigos que admitieron en el juicio que le compraron a él en al menos tres ocasiones cocaína. A Radi, conocido como Joel, la Fiscalía le reclama cinco años de cárcel por tráfico de drogas.
En su declaración, el asesino negó los cargos: «Nunca jamás he vendido droga». También fue preguntado por la fiscal si le suministraba cocaína a su víctima. También lo negó. «Comprábamos juntos» y también rechazó que fuera su pareja.
Después de él declararon dos testigos. Uno de ellos contó que un amigo le dijo que Radi vendía una buena cocaína y que, simplemente, le preguntó por la calle si le podía conseguir un gramo. El acusado le citó en su casa y allí le vendió la droga por sesenta euros. El otro testigo apuntó en una línea similar, si bien no recordaba muy bien lo ocurrido dado que la transacción se produjo en 2011.
Los indicios sobre que Joel se dedicaba a la venta de drogas aparecieron en la investigación por el asesinato de Nuria Orol. El entonces jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil recordó que varios testigos comenzaron a apuntar en esa dirección y a que incluso, vendía droga a la víctima. Al registrar la vivienda para buscar pruebas del crimen, los agentes se encontraron con un bote con cuatro papelinas de cocaína. Apenas tres gramos
La defensa de Joel sostiene su inocencia, si bien, en sus conclusiones definitivas introdujo de manera alternativa que se le condene por un delito menor de drogas y no por la petición de la Fiscalía, de cinco años de cárcel.
Joel cumple condena firme desde hace algo más de un año por un delito de asesinato. El Supremo ratificó la decisión de un jurado popular que consideró demostrado que el 25 de octubre de 2011 de madrugada acudió a la vivienda de la joven y allí la mató. Cuando al día siguiente le llamó la madre de la fallecida fingió no saber nada y abrió él mismo la puerta de la casa de tal manera que encontró el cadáver. Después se marchó. Fue detenido casi de forma inmediata por la Guardia Civil.
Para el jurado fueron determinantes las decenas de llamadas que ese mismo día hizo el acusado al teléfono móvil de la víctima. De forma insistente intentó contactar con ella hasta justo siete minutos antes del crimen.