Rina M., la mujer acusada de asesinar a sus dos hijos ahogándoles en la bañera dos semanas antes de su desahucio, ha asegurado este lunes que los mató para evitar que «sufrieran más» porque se sentía en un «pozo profundo, sin salidas»: abandonada por su esposo, víctima de maltratos, en el paro y sin «papeles».
Un jurado popular juzga desde este lunes en la Audiencia de Barcelona a la presunta infanticida, para quien la Fiscalía pide una pena de 40 años de cárcel -con un cumplimiento máximo de 25- por asesinar a sus dos hijos de 11 y 9 años el 7 de abril de 2013, ahogándolos en la bañera tras aturdirlos con barbitúricos.
Junto a la Fiscalía, ejerce la acusación particular contra Rina M., una ciudadana boliviana para quien pide 40 años y 200.000 euros de indemnización, su propio esposo, quien -según la procesada- la había abandonado a ella y a sus hijos, sin pasarle manutención alguna y desentendiéndose del desahucio que se avecinaba, previsto para el 24 de abril de 2013.
En una estremecedora declaración, la procesada, cuya defensa pide la absolución, ha expuesto ante el tribunal popular el drama en que se encontraba cuando, la tarde del domingo 7 de abril de 2013 tomó ansiolíticos y sedantes junto a sus hijos, a los que, ha reconocido, una vez adormecidos sumergió en la bañera hasta ahogarlos.
Posteriormente, la acusada -que ha confesado que en varias ocasiones en prisión ha intentado quitarse la vida- tomó una cantidad que no ha concretado de esos barbitúricos con el propósito de suicidarse y escribió dos cartas, a su hermano y a una amiga, en las que afirmaba que se sentía agotada y sólo quería «dormir».
«Está claro que yo soy la culpable», ha reconocido la procesada, que en la fase de instrucción dijo no recordar los hechos, pero este lunes los ha admitido ante la fiscal, aunque con monosílabos.
Entre lágrimas, la acusada ha contado ante el tribunal la dramática situación en que se encontraba y ha afirmado que se sentía «impotente» de ver a sus hijos sufrir, tras lo que ha recalcado que se arrepiente de lo que hizo y ha pedido perdón por el doble crimen, hasta a su propio esposo.
«Mis hijos sólo me tenían a mí. Y yo a ellos. Siempre fue así», ha lamentado Rina M., que ha evocado las dificultades que ha atravesado desde que llegó a España en 2009 y ha insistido en que siempre se hizo cargo «totalmente» de su familia, incluso durante el año en que estuvo tratándose de un cáncer en la cadera.
En 2012, ha afirmado la acusada, su marido se fue de casa y la dejó a ella y a sus hijos a su suerte, sin ninguna asignación económica y sin preocuparse del proceso de desahucio que pronto tuvo que afrontar su familia por no poder hacer frente al pago del alquiler de su vivienda, situada en el barrio barcelonés del Carmel.
Rina M. ha explicado que, cuando recibió la notificación de que iba a ser desahuciada el 24 de abril de 2014, intentó impedirlo compareciendo en el juicio con un abogado de guardia, pero no pudo hacerlo al no ser ella la titular de la vivienda: «Entonces se me cierran más puertas», ha lamentado.
Cuando llegó la orden de desahucio, según la procesada, su familia llevaba tiempo viviendo de las ayudas de los servicios sociales y de la Iglesia y beneficiándose de becas escolares y de comedor con las que, ha apuntado Rina M., sus hijos «tenían cubierto el almuerzo del mediodía».
La presunta parricida, que llevaba años sin trabajo, se trataba de crisis de angustia desde que fue abandonada por su marido y, ha añadido, su «desesperación» empeoró cuando recibió una carta de la Dirección General de Atención a la Infancia (DGAIA) que le advertía de que sus hijos podían encontrarse en situación de riesgo.
Desde que fue abandonada por su esposo, Rina M. presentó tres denuncias por maltrato contra él que fueron archivadas, en una de esas ocasiones porque se retractó y optó por no declarar contra él después de que -según la versión de la procesada- la amenazara con quitarle a sus hijos e impedir su proceso de regularización.
La acusada, que ha reconocido que sentía «dependencia emocional» hacia su pareja, descartó regresar a Bolivia, porque su hija mayor estaba pendiente de ser operada de la cadera en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, en una intervención que en su país de origen ella nunca podría haber costeado.
En su exposición previa al jurado, la fiscal Teresa Duerto ha advertido a los miembros del tribunal de que no deben caer en una «reflexión incorrecta» derivada de la tendencia natural a «buscar una explicación a un hecho tan grave. No analicen el juicio pensando está loca, luego mató a sus hijos», ha pedido.
Por su parte, la defensa ha apuntado que, si bien en el juicio no se está juzgando al padre las víctimas, este «sí tuvo mucho que ver» con su muerte, al haberse desentendido de ellos, y ha pedido al tribunal que tenga en cuenta el «contexto de maltrato, de abandono y de desesperación» de la procesada al matar a sus hijos.