La Audiencia de Palma ha confirmado la condena de 1 año y 4 meses de prisión por un delito contra la propiedad industrial a un comerciante de «souvernirs» que importó de China toallas de playa con dibujos que imitaban el logotipo del espectáculo «Pirates» de Calvià.
La sección segunda del tribunal provincial ha desestimado el recurso interpuesto por el comerciante contra la sentencia del Juzgado de lo Penal número 1 de Palma que lo condenó el pasado marzo a 1 año y 4 meses de prisión y a pagar una multa de 3.600 euros, y la ha confirmado.
El juez de lo Penal consideró probado que el comerciante había encargado que le enviaran desde China 1.584 toallas de playa de algodón para venderlas.
La Unidad Operativa de Vigilancia Aduanera constató que 244 artículos eran ponchos-toalla con un dibujo estampado de una calavera con dos sables y el logotipo «Pirates», marca registrada por una empresa balear que comercializa productos muy similares en el centro de ocio «Pirates Adventure» de Magaluf.
El beneficio que se calcula que podría haber obtenido de su venta son unos 1.220 euros.
El comerciante condenado alegó que la marca que figuraba en las toallas incautadas no era idéntica porque tiene distintos colores, ni se podía confundir con las del empresario de la atracción pirata, y por su precio y por su carácter de «burda imitación» no suponían un riesgo objetivo de confusión.
Sin embargo el empresario dueño de la marca registrada alegó que dos peritos certificaron el carácter de imitación de las toallas importadas y que eran perfectamente confundibles con las originales.
El tribunal asegura que las analogías y coincidencias entre ambos productos son evidentes y que las toallas falsas se identifican con las originales a pesar de «puntuales manipulaciones».
«Resulta evidente que el logo que aparece en las toallas-poncho intervenidas no es íntegramente idéntico al haberse manipulado, pero sí es perfectamente confundible con la marca registrada», señala la sala en la sentencia.
Además recoge la existencia de «contundentes indicios» de que el comerciante sabía que su conducta era ilícita.