Agentes del Cuerpo Nacional de Policía han detenido a Francisco I. L., español de 51 años de edad, acusado de agredir, insultar y amenazar de muerte al párroco de la parroquia San Pío X de Palma. Los hechos se produjeron el pasado lunes sobre las 19.30 horas. En ese instante, Mossèn Pere Dols se encontraba en la iglesia ya que tenía que oficiar misa pudiendo ver en la puerta de entrada que había un varón tumbado dificultando la entrada de los feligreses.
Por tal motivo, el sacerdote se dirigió al indigente y le pidió por favor que se moviera un poco para no impedir el paso, especialmente a las personas mayores. El varón, de muy malas maneras, le pidió algo de comida y dinero ya que se encontraba en la calle. El cura le dijo que en ese momento tenía que oficiar la misa, pero que al terminar le daría la comida. Esa contestación provocó que el detenido se pusiera muy agresivo y le dijera a gritos: «Hijo de puta, puto maricón de mierda, dame de comer...».
Ante el temor de ser agredido el denunciante cerró la puerta, mientras el indigente proseguía insultando y amenazando al religioso. En un momento dado, el sujeto en cuestión sacó sus genitales y gritó: «¿Te gusta esto? Chúpamela maricón».
Finalmente, esta persona comenzó a golpes en la puerta y transcurridos unos minutos se cansó de aporrear el portal y se sentó de nuevo. A las 21.20 horas, cuando finalizó la misa y el sacerdote estaba saliendo por una puerta lejana a donde se encontraba el mendigo, el varón salió corriendo tras el párroco y lo agarró fuertemente por el cuello y la ropa mientras los amenazaba con frase tales como: «Te voy a matar. Si no lo consigo hoy lo haré mañana. He estado en prisión. No sabe de lo que soy capaz». Mossèn Pere Dols logró zafarse de su agresor y se dirigió a la puerta de la sacristía de la iglesia, cerrando una verja y quedándose entre esta verja y la puerta, continuando el presunto agresor con sus amenazas.
En ese momento llegaron los efectivos policiales y procedieron a la detención del mismo. Fueron algunos testigos quienes tuvieron que narrar los hechos a los agentes porque el sacerdote debido a su profesión le costaba expresarse, debido al pudor que siente al relatar textualmente las amenazas, insultos y escena vivida.