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Crimen de la líder del PP en León

Las encarceladas por el asesinato de Isabel Carrasco comparten celda

María Montserrat González y su hija Montserrat Triana Martínez, en una imagen de archivo. | Efe

| Mansilla de las Mulas, León |

María Montserrat González, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, y su hija Montserrat Triana Martínez, comparten celda desde el pasado viernes en la prisión de Villahierro, en Mansilla de las Mulas (León).

Ambas habían solicitado por escrito a la dirección de la prisión poder estar juntas, aunque en un principio no se atendió su petición ya que se encontraban bajo el protocolo de prevención de suicidios, que ha sido ahora levantado, según han informado a EFE fuentes penitenciarias.

Además, en esta decisión ha pesado que la juez instructora del caso no decretó en ningún momento la incomunicación entre ambas.

La reubicación de madre e hija, de 59 y 35 años, en el módulo de régimen general y exclusivo de mujeres, se produce una semana después de que se trasladase a la autora confesa de los disparos que acabaron con la vida Carrasco al módulo 7 -mixto y de respeto-, donde permanecía ingresada su hija.

Según consta en el sumario por la muerte de Isabel Carrasco, María Montserrat Martínez declaró ante la jueza que instruye las diligencias que la mató para hacer justicia porque le hacía la vida imposible a su hija.

«Me vi en la obligación de hacerlo por todo lo estaba haciendo a mi hija», señaló María Montserrat González, quien, en otro momento de su declaración, explicó ante la jueza que cometió el crimen a plena luz del día y con evidentes riesgos de ser descubierta porque «estaba harta y no podía más».

La presidenta de la Diputación de León y del PP provincial fue abatida a tiros el pasado 12 de mayo cuando cruzaba una pasarela peatonal sobre el río Bernesga para dirigirse a la sede de su partido.

La autora confesa del crimen también explicó durante su declaración ante la jueza que efectuó el primer disparo por la espalda y que luego la remató cuando se encontraba en el suelo.

Aseguró que actuó así por «desesperación» y ante la «injusticia» que se estaba cometiendo con su hija, también imputada en la causa, a la que «Isabel estaba haciendo la vida imposible desde hacía mucho tiempo», y que se sentía «acosada» y había llegado a adelgazar 25 kilos.

La presunta homicida responsabiliza a Isabel Carrasco de la salida de su hija de la Diputación en 2011, donde trabajaba como ingeniera de telecomunicaciones, y sostuvo durante su declaración que la presidenta de la institución intrigó para que le dieran el puesto a otro aspirante cuando la plaza de Montserrat Triana salió a concurso.

Por su parte, Montserrat Triana Martínez negó en todo momento durante su declaración su participación en el crimen y explicó que ese día fue con su madre al centro en coche y que cada una de dirigió a lugares distintos a hacer diversas gestiones.

Según su declaración, cuando se reencontró con su madre ésta le entregó un bolso y le pidió que lo hiciera desaparecer.

También explicó que lo depositó en el interior de un coche, propiedad de Raquel Gago, una policía local de León con la que mantenía una gran amistad y a la que dijo encontrarse casualmente por la calle.

No obstante, la Policía comprobó que minutos antes Triana y Raquel, que también está imputada, habían hablado durante 17 segundos por teléfono.

La joven llegó a calificar de «demonio» a Isabel Carrasco durante su declaración y afirmó que era víctima de una «persecución», lo que le había sumido en una depresión.

La tercera imputada por esta causa, Raquel Gago, que este mes cumplió 42 años en la prisión de Mansilla de las Mulas, defiende su inocencia y declaró que el día del crimen estuvo en casa de Triana hasta poco después de las cuatro de la tarde y que en ningún momento le comentaron que tenían pensado atentar contra Isabel Carrasco.

Señaló que Triana dejó el arma en su coche sin que ella se diese cuenta y explicó que no dijo que había tenido contacto con Triana y su madre el día del crimen porque «estaba en estado de shock».

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