Duró sólo una hora y media, pero bastó para poner la ciudad patas arriba. Y sobre todo en el Paseo Marítimo, que quedó completamente anegado por la tormenta y fue necesario cerrarlo al tráfico.
Las previsiones ya habían advertido de posibles chubascos en Mallorca, pero hasta las dos de la tarde el tiempo era espléndido en Palma. En ese momento, el panorama cambió de súbito. Empezó a llover con fuerza y el agua se fue acumulando. En el camí de sa Vileta, un clásico en las inundaciones, los coches se encontraron con más de un palmo de agua en algunos tramos; y en Andreu Torrens en el cruce con el psiquiátrico los semáforos dejaron de funcionar. El caos empezó a palparse.
El verdadero problema, empero, se estaba registrando en la curva de Pelaires y el tramo final del Paseo Marítimo, donde el agua acumulada formaba auténticas piscinas. Una docena de vehículos quedaron atrapados y algunos conductores salieron de sus coches muy asustados. Finalmente, las autoridades decidieron cortar los dos carriles de ambas direcciones, una medida excepcional que pocas veces se adopta. La tempestad duró una hora y media, aproximadamente, y dejó 32 incidentes: 26 en Palma, 2 en Calvià, 1 en Campos, 1 en Sant Joan, 1 en Manacor y 1 en Petra.
La tromba de agua, y sus consecuencias, provocaron retenciones kilométricas en la autopista de Llucmajor y de Inca, a su entrada a Palma, y en la de Andratx, en la salida de Portopí. En la vía de cintura las colas fueron igualmente desesperantes. En el Port de Palma cayeron 10 litros por metros cuadrado en hora y media y en Sineu, 40.