«¿Cómo habéis sabido que éramos nosotros después de tanto tiempo?». Esta era la pregunta que formuló el asesino confeso Joan Cifre, conocido popularmente como Escorpí , cuando los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil procedieron a su detención.
Escorpí no daba crédito a que, transcurridos varios meses del asesinato y cuando las aguas estaban relativamente tranquilas, se convirtieran en sospechosos y se procediera a su arresto.
La investigación fue larga, pero siempre dando pasos firmes y seguros. En un primer momento, los agentes responsables del caso tuvieron serios problemas para tratar de localizar al núcleo más cercano de la víctima dado que el municipio estaba en fiestas. Una vez recabada toda la información se realizó un cerco policial al mismo. Pinchazos telefónicos, seguimiento, rastreos bancarios, información sobre el pasado del fallecido, posibles rencillas, etc.
Tras unos meses de intensas gestiones, saltaron las primeras alarmas. Los asesinos bajaron la guardia al igual que los presuntos encubridores y colaboradores del crimen. Del jueves al viernes se procedió a la entrada y registro de siete viviendas y se detuvo a cinco personas. Tras prestar declaración, la Guardia Civil dejó en libertad con cargos a tres de ellas y se presentaron ante la jueza de guardia a los dos autores materiales. Ya están en prisión.