Un hombre ha negado hoy haber violado a su mujer en abril de 2008 en el domicilio familiar de Manacor mientras sus dos hijos dormían, durante el juicio que se ha celebrado esta mañana en el que la Fiscalía ha pedido para él una condena de 10 años de cárcel y la acusación particular de 18.
La Sección Segunda de la Audiencia de Palma ha dejado hoy visto para sentencia el juicio después de que la mujer haya relatado ante el tribunal que fue violada por su marido en dos ocasiones.
La primera agresión se produjo un jueves de abril de 2008 en el que estaba «peleada» con su marido porque ella no había querido mantener relaciones sexuales la noche anterior. Ha detallado que ese tipo de discusiones eran frecuentes y que, cuando ocurrían, a veces cedía y en otras ocasiones se iba a dormir al sofá, como sucedió el día de la supuesta violación.
«Me llevó al dormitorio, me tiró en la cama, me dio la vuelta, me penetró analmente con un consolador que teníamos y luego me penetró él. Después dijo que había terminado y que no había sido para tanto», ha explicado la mujer.
Ha contado que posteriormente la violó otra noche por vía vaginal y la agredió varias veces dándole puñetazos por debajo de la barra en el bar del que eran propietarios. Siguieron conviviendo hasta octubre de 2008 cuando se separaron y durante esos meses «estaba horrorizada, con mucho miedo y mucha vergüenza», ha relatado.
La mujer, que estuvo en tratamiento psicológico, relató a su terapeuta que había sido víctima de malos tratos pero tardó varios meses en contarle la agresión sexual, después de lo cual la profesional le aconsejó que denunciara lo ocurrido.
Ha asegurado que planteó la denuncia trece meses después de que ocurriera la agresión cuando superó «la vergüenza y el miedo». Un mes después de la denuncia inició los trámites de divorcio.
El hombre ha negado las acusaciones, ha asegurado que estuvo viviendo con su mujer con normalidad hasta octubre de 2008 en el mismo domicilio y que se enteró de la denuncia por violación en mayo de 2009. Según el acusado, el divorcio tras 23 años de convivencia se produjo porque la relación se había terminado.
Un policía local amigo del matrimonio, que ha declarado como testigo, ha explicado que el acusado le confesó en diciembre de 2009 que estaba muy abatido por la separación y que ella no le iba a perdonar nunca porque la había «forzado por detrás».
Fue después de acudir al domicilio del acusado a petición de la mujer que estaba preocupada por su estado y temía que intentara suicidarse. El policía lo acompañó a un hospital para que fuera atendido.
El agente ha relatado que tras lo ocurrido habló con la mujer, que le dijo que no lo denunciaba «para evitar problemas a sus hijos».
La psicóloga que atendió a la mujer por ansiedad y transtorno adaptativo a raíz de su separación ha dicho ante el tribunal que la mujer le refirió el episodio de la violación anal por parte de su pareja en mayo 2009 y ha explicado que la tardanza en confesar este tipo de sucesos es frecuente porque «al principio las víctimas están muy bloqueadas por vergüenza» y por no saber qué actitud tomar.
«Lo que más le preocupaba eran sus hijos, que no descalificaran al padre y no sabía cómo hacerlo», ha detallado.
Una psicóloga que ha declarado como perito ha reiterado que no es extraño que las mujeres que sufren maltrato psicológico padezcan baja autoestima, depresión y no puedan poner una denuncia. «Mi impresión es que era una narración coherente, con resonancia emocional coherente con lo relatado y que no parecía ficticio, parecían hechos reales», ha dicho sobre las violaciones.
El fiscal ha asegurado que considera probado que hubo violación y ha pedido una condena de 10 años para el acusado.
El abogado de la mujer, Bartomeu Frau, ha negado que haya un motivo económico en la acusación cuando el divorcio se alcanzó por mutuo acuerdo y ha pedido una condena de 9 años por cada delito de violación y 9 meses más por vejaciones. Ambas acusaciones han pedido que se fije una responsabilidad civil de 12.000 euros por los daños causados.
El letrado del acusado ha pedido su absolución por considerar que la acusación es «falsa» y «un despropósito» al no existir pruebas, ni fijación de los hechos en una fecha concreta. Considera además que al hombre «se le engañó torticeramente y se intenta perjudicarle económica y personalmente»