La MA-10, carretera de Andratx a Estellencs, recibió, en la jornada de ayer, un aluvión de visitantes. En esta ocasión, al margen de los típicos turistas, en su gran mayoría germanos y británicos, se les unieron un importante número de mallorquines desplazados desde los diferentes municipios de Mallorca para contemplar el paisaje desolador del mayor incendio registrado en las últimas décadas en la Isla.
El Consell de Mallorca, por precaución, mantiene la limitación de velocidad a 40 kilómetros por hora y advierte a los conductores del riesgo de accidente.
A pesar de las advertencias, centenares de personas acudieron durante todo el día de ayer a la zona cero del incendio para ver 'in situ' la magnitud del mismo.
Recorremos en coche aproximadamente unos doce quilómetros y el paisaje está completamente teñido de negro y gris. No hay vida, tampoco hay animales salvajes y ni rastro de vegetación. Lo más impactante, sin duda alguna, es el fuerte olor que desprende la zona a quemado. Se trata de una evidencia más de la fuerza devastadora del fuego.
A partir del lunes los trabajos en la carretera continuarán con la instalación de mallas metálicas en los taludes de la carretera. Por el momento, la calzada está limpia y no hay que lamentar ningún tipo de desprendimientos.
Los comerciantes de los municipios afectados recobran su actividad económica, pero denuncian que las pérdidas son millonarias, tanto en el aspecto del paisaje como en la recaudación de sus negocios.
Pep, propietario de el restaurante Es Grau, apunta: «En estos días hemos dejado de ganar más de 40.000 euros y todos los trabajadores se fueron al paro. Ha sido un duro golpe para todos», concluye.
La anécdota la protagonizaron un grupo de once burros que sobrevivieron al incendio y que, sobre las once de la mañana, dieron la bienvenida a los turistas que no cesaron de fotografiarlos.