La Policía Judicial de la Guardia Civil detuvo anoche, tras el funeral por Andreu Coll, a un hijo del empresario asesinado, por su presunta participación en el crimen. También fue arrestado un amigo del chico. Horas antes, los investigadores habían encontrado restos de sangre en la finca del acaudalado empresario y habían determinado que el crimen se produjo en esa casa, hace ahora diez días.
El vuelco en la investigación se dio cuando los agentes del Grupo de Homicidios utilizaron lámparas con infrarrojos para revisar la finca de Alaró de Andreu Coll. Inicialmente, el mismo día del crimen, se inspeccionó su habitación, pero no el resto de la vivienda. Ayer tarde, aparecieron restos de sangre en la escalera, las paredes y en algunos de los tres teléfonos de la casa.
Precintado
El recinto quedó precintado y el cerco se fue estrechando sobre los asesinos. Se concluyó que Andreu había vuelto a su casa sobre la medianoche, tras dar de cenar a su padre enfermo, y que había sido atacado en su finca, un extremo que hasta ayer se desconocía.
Además, los implicados se habían tomado muchas molestias en borrar las manchas de sangre, utilizando lejía.
Recientemente, un asesor de la familia Coll encontró en esa casa una piedra con unos restos de pelos y un trapo ensangrentado, que actualmente están siendo analizados por los investigadores.
El descubrimiento de la casa coincidió casi en el tiempo con el funeral por el empresario, que se celebró ayer a las 20.00 horas en la iglesia de Alaró. Sus tres hijos y sus familiares acudieron al acto religioso y a su conclusión uno de ellos fue citado en las dependencias de las Guardia Civil, para tomarle de nuevo declaración. De hecho, sobre él planeaban algunas incógnitas, derivadas de una declaración falsa que había hecho tras el crimen. Además, había tenido recientemente problemas muy serios con su novia y tenía una enemistad manifiesta hacia su padre, según han contado algunos testigos.
Al cierre de esta edición el joven había sido detenido, al igual que su amigo, que supuestamente le pudo ayudar en los hechos.
La autopsia determinó que el empresario, que tenía un imperio inmobiliario y de máquinas recreativas, falleció por los golpes repetidos que recibió en la cabeza y desde el primer momento se sospechó que había más de un implicado en el crimen.