«Habíamos planificado el crucero desde enero y teníamos mucha ilusión. Embarcamos mi madre, mi hijo de 7 años y yo. En la primera noche, nos despertaron de madrugada: se había producido un incendio en la sala de máquina y estábamos sin motores a 17 millas de Venecia, en alta mar. Las siguientes 24 horas fueron una pesadilla».
Ayer por la tarde llegó a Palma Gabriela Titone, la vecina de sa Torre (Llucmajor) que iba a bordo del crucero Zenith , de la compañía Pullmantur. Su hijo Joel y su madre Catalina regresaron con ella, así como otros 16 mallorquines. Todos ellos en perfecto estado, pero con el susto en el cuerpo.
La administrativa contó a este diario que su familia embarcó en el puerto italiano de Rávena el día 24 y esa madrugada, a las tres, saltó la alarma: «Nos llevaron con los chalecos salvavidas a la cubierta número 8, esperando los botes por si teníamos que evacuar el barco. a las ocho de la mañana seguíamos a la interperie, agotados y tirados en el suelo. Éramos casi 1.700 pasajeros y no podíamos ni ir al baño. No había luz y a medida que pasaban las horas los pasillos se llenaban de orines, de gente mayor y niños que no aguantaban más», explicó.
Según contó Gabriela, el problema fue que el capitán intentó llegar a puerto con el barco y se produjo un segundo incidente en la sala de máquinas. Al final, la policía italiana subió al Zenith y tomó el control. «Pasamos mucho frío, nos tapábamos con toallas y sólo nos daban de comer cosas frías. 24 horas después, por fin, desembarcamos en el puerto mercantil de Venecia. De ahí en autocar a Bolonia, lloviendo y granizando. Luego a Barcelona y ahora llegamos a Palma. Una locura de viaje», sentenció.
Pullmantur se ha comprometido a devolver el precio del viaje a cada pasajero. Para Gabriela y los otros mallorquines, eso es lo de menos: «el susto no nos lo quita nadie».