«Ahora que no nos puede hacer daño, te diré dónde está enterrada tu madre. La mató tu padre». En marzo pasado, la madrastra de un vecino de Son Ferrer le desveló lo que él y sus hermanos llevaban décadas sospechando: que María Pujol Escala no desapareció voluntariamente en 1977, sino que fue asesinada por Jaime C.M., el esposo.
Ayer, el Grupo de Homicidios de la Guardia Civil registró la finca de Son Llebre, donde el matrimonio trabajaba como posaderos, y el terreno donde supuestamente fue enterrada la mujer.
El caso, en la época, pasó por una desaparición voluntaria. Jaime, el cabeza de familia, propinaba palizas tremendas a la mujer y todos creyeron que ella había huido. En realidad, había sido asesinada y quemada en el jardín, donde el marido enterró los huesos. Los cinco hijos eran pequeños, pero uno de ellos intuyó lo que había pasado. El padre lo amenazó: «Ella está muerta y no se habla más de este tema. O os mato a todos».
Con el tiempo, Jaime volvió a casarse. En febrero pasado, murió con más de ochenta años y la madrastra, al fin, contó la verdad a los hijos, que acudieron a la Guardia Civil. Desde entonces, los agentes han tomado declaración a cada uno de los familiares y han descubierto que el día que María Pujol desapareció su esposo hizo una gran hoguera en el jardín, donde quemó una vaca muerta y otros animales. Los agentes están convencidos que entre el ganado estaba el cadáver de la mujer, que posiblemente murió a golpes.
Ayer, el Grupo de Homicidios sacó muestras de un montículo, en la finca de Son Llebre, que había sido marcado por unos perros adiestrados llegados expresamente desde Madrid. Los canes son expertos en la localización de cadáveres enterrados.
Sin embargo, han pasado muchos años y será complicado hallar restos de la mujer, que nació en Sóller en 1940. En 1993, sus hijos presentaron otra denuncia en la Jefatura de Policía de Palma (la primera la habían puesto años atrás en la Guardia Civil de Andratx) y acudieron al programa de desaparecidos «Quién sabe dónde».