La madre de Nuria Orol contó ayer en el juicio por el asesinato de su hija que en la familia saltaron todas las alarmas cuando no contestó al teléfono la mañana después del crimen: «Estábamos preocupados porque sabíamos que no estaba en buenas manos». Esas reticencias hacia la relación que tenía la víctima con el acusado se agravaban por la adicción que Nuria tenía a la droga. «No estaba mal por él, pero sí fue a más», contó la mujer que eso sí señaló que la víctima siempre defendía al acusado, hasta el punto de enfrentarse a causa de él con su madre.
El fin de semana en el que ocurrió el crimen, la madre se había ido con el hijo mayor de Nuria a Pamplona a casa de un hermano de la víctima. Regresaron el lunes 24 de octubre de 2011. Durante todo el día intentaron hablar con la joven sin éxito. Nada más llegar al Port d'Andratx la madre fue a casa de la víctima. No le contestó nadie. De esta manera se pusieron en contacto con el acusado, Zouhair Aulad Radi, ‘Joel'. Éste le dijo que no había visto a la joven desde el sábado. Fueron a la vivienda. El acusado intentó abrir la puerta: «No ví si metió o no la llave», aseguró la madre. El acusado dijo que no podía abrir la puerta. Este detalle tiene importancia porque varios testigos, entre ellos la madre, aseguraron que la víctima siempre cerraba por fuera y el acusado es el único que tiene llave de la casa. ‘Joel' saltó por la terraza de un vecino y abrió la puerta principal. «Me dijo está muy mal, está muy mal y entonces yo ví a la niña -la hija de dos años de la víctima- en el pasillo. No pude entrar y no le volví a ver».
La madre, los hermanos y el padre de la menor de los hijos de la víctima reconstruyeron sus últimas semanas de vida. Salió de una clínica de desintoxicación el 15 de septiembre y apenas diez días después rompió con su novio, padre de su bebé. Al poco, según los familiares inició su relación con Joel. La madre señaló que en Andratx se decía que Nuria vendía droga por cuenta del acusado.