Gisela O., la mujer brasileña de 30 años que el lunes apuñaló por su espalda a su marido en el domicilio familiar de Portopí, no quiso declarar ante el Grupo de Homicidios, pese a encontrarse «muy arrepentida», y tras comparecer ante el juez ingresó ayer en prisión.
La acusada fue arrestada en el noveno piso del edificio del número 1 de la calle Rafaletes, poco después del apuñalamiento. Estaba histérica, con una crisis de ansiedad, y no dejaba de repetir: «Lo he matado, lo he matado». Tras ser atendida, un coche patrulla la trasladó a los calabozos de la Jefatura de Policía.
Perforación
El hombre apuñalado era su esposo, que consiguió bajar a la calle a pedir ayuda. Un vecino lo atendió en el portal y después una ambulancia lo estabilizó en plena calle. Sangraba de forma abundante y la cuchillada le había perforado un pulmón, según informaron en fuentes sanitarias.
La Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía se hizo cargo de la investigación y encontró el cuchillo de cocina utilizado por la mujer en la sala del piso, ensangrentado. El matrimonio tiene un bebé y una hija adolescente, que se quedaron bajo custodia de un familiar.
La detenida pasó la noche del lunes al martes en la celda y ayer por la mañana se negó declarar ante los inspectores. Sin embargo, dejó claro que estaba muy afectada y arrepentida, y que había sufrido un arrebato. Los agentes no tienen constancia de que la sudamericana hubiera interpuesto denuncias por malos tratos. Muy al contrario, los vecinos explicaron que el marido la trataba siempre con mucha corrección, aunque mantenían discusiones de forma habitual.
Curiosamente, hace dos años una prostitutas del Este falleció en el mismo lugar de Portopí apuñalada por una compañera. La agresora le asestó una puñalada cerca de la rodilla, pero la herida incisa le perforó la arteria y provocó que falleciera desangrada.