Dolor. Santa Maria despidió ayer en estado de conmoción a Catalina Frontera Hidalgo, la vecina de 52 años asesinada a golpes de catana en una finca de Bunyola.
El funeral se celebró a las ocho de la tarde en la iglesia del pueblo y acudieron cientos de familiares, vecinos y amigos de la mujer. «Han sido días muy difíciles en el pueblo, porque Catalina y su familia son gente muy querida aquí. Lo que ha ocurrido es espantoso», apuntó Antoni, un residente en Santa Maria.
Horas antes, al mediodía, los vecinos guardaron un minuto de silencio frente al ayuntamiento, con los rostros todavía consternados. El asesino confeso es vecino de Inca y en esa ciudad el caso también ha provocado una gran inquietud. Mucha gente conocía a Andrés R. G., de 45 años, y casi todos coinciden en señalar que tenía un comportamiento «extraño». «Creo que algo le fallaba en su cabeza, se veía que no era normal del todo. Sin embargo, nadie esperaba que hiciera algo tan terrible», apuntó un vecino. Andrés, jardinero ocasional, se movía por Inca en un coche sin carnet de color blanco y conoció a la víctima cuando ambos coincidieron trabajando en la finca de Bunyola. Su relación era muy mala y desembocó en el despido del jardinero, que decidió vengarse.