La localidad de Santa Maria del Camí amaneció ayer totalmente consternada y rota de dolor. En los bares, comercios, entidades bancarias, Ayuntamiento, colegios y en las calles del municipio no se hablaba de otra cosa; la muerte violenta de una trabajadora del hogar salvajemente asesinada. Los corrillos de vecinos se multiplicaban y el nombre de Catalina Frontera Hidalgo estaba presente en todas las conversaciones.
«Os lo voy a decir bien claro para que lo entendáis. Lo que ha pasado con esta buena mujer es una « bona putada» . A ella la teníamos vista por el pueblo y todo el mundo dice que era muy trabajadora y buena gente. Su marido, en Martí, era chófer de autocar de la EMT de Palma y, durante muchos años, llevó el tren turístico de la Platja de Palma. Yo también soy chófer y tengo muy buena relación con esta familia. Son gente estupenda», afirman Miquel y Esteve.
Nos aproximamos a otro grupo de vecinos. María Francisca, María Magdalena, Rafaela, Margalida y Toni desayunan en la terraza de un céntrico bar y comentan: «Nosotros conocíamos a Catalina. Era una persona extraordinaria. Cuando se muere una alguien es un tópico decir que era buena persona, pero en este caso es totalmente cierto. Ella se pasaba todo el día trabajando para sacar a su familia en adelante y cuando terminaba su jornada laboral cuidaba a su padre que está mayor y enfermo. Todo el pueblo está roto de dolor. No hay palabras para describir lo que sentimos», concluyen.
Robos
«En un primer momento se decía que el móvil del crimen podía ser un robo. En Santa Maria es como en todos los pueblos de la Part Forana. Últimamente hay muchos robos y, especialmente en las fincas y posesiones que están a las afueras del pueblo. Pero al final parece que el detenido principal es un expleado de la finca. Nosotros sabemos que hay un jardinero de Inca que lo echaron de la posesión por culpa de ella y la había amenazado. No hay derecho», concluye Toni, otro vecino del pueblo de toda la vida.
«Sólo pido justicia. Quien la mató que caiga todo el peso de la ley sobre él», finalizan dos clientes del bar Es Canvi.