La historia de Carmen Ainaga no deja indiferente a nadie. Esta vecina de la barriada de Son Gotleu de Palma está viviendo una auténtica pesadilla que, por el momento, prosigue sin que la autoridad judicial tome cartas en el asunto.
«Yo tengo un hijo que tiene una minusvalía física importante y reside actualmente en Navarra. Para estar con él y poder asistirle mejor, desde hace unos tres años y medio aproximadamente, me desplazo habitualmente y alterno pequeñas temporadas en la Península y otras en la Isla», añade Carmen.
«Mi gran sorpresa fue cuando llegué a mi casa de la calle Pico Cebollera, en la barriada de Son Gotleu, subo las escaleras hasta el quinto piso y me encuentro la puerta de mi casa con una de las cerraduras que yo tenía rota y gente en su interior. Se trata de una familia de gitanos, según me cuentan los vecinos, que hace unos día me tiraron la puerta abajo y entraron», relata Carmen, muy afectada y visiblemente nerviosa.
«Me vais a perdonar, pero es que estoy muy nerviosa por lo que me está sucediendo. Les toqué la puerta y no me abrieron», puntualiza.
Acto seguido, nuestra protagonista se dirigió hasta la comisaría de la policía donde le manifestaron que lo mejor que podía hacer era acudir directamente al juzgado de guardia para denunciar los hechos. En cuestión de horas, Carmen y una sobrina suya ya tenían interpuesta la denuncia, pero su caso, según afirma ella, cayó en saco roto. «Estoy durmiendo en un hotel desde hace varios días. Fui al juzgado y uno por otro y la casa sin barrer. Absolutamente nadie me da ninguna solución. Los funcionarios me comenzaron a decir que volviera al día siguiente porque el juez no estaba. Así, un día y otro, pero mientras tanto yo teniendo que dormir en un hotel de Can Pastilla y pagándome todos los gastos de mi bolsillo mientras los ocupas están disfrutando de mi casa y de los muebles que yo tengo dentro. Ahora quiero saber como estará mi hogar y todas las pertenencias que allí dentro».
Carmen tiene un vuelo de regreso a Navarra el próximo día 25 de marzo para seguir atendiendo a su hijo. Ahora sólo tiene ganas de recuperar su casa y que los responsables del allanamiento de morada paguen por lo que han hecho.
A primera hora de ayer, el juez la recibió y le manifestó que tomaría medidas enviando a la policía para que procedieran al desahucio forzoso, pero por el momento, los ocupas siguen siendo los señores de la casa.