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Asesinato en Ferreries

El autor confeso del crimen de Ferreries matiza su versión pero no elude la cárcel

Varía algunos detalles de su declaración inicial ante el juez para evitar la premeditación, ser declarado homicida y así reducir la pena de 20 a 10 años de cárcel. La familia de Mascaró dice que le seguía y la fiscal medita nuevas diligencias para «agravar» la calificación a asesinato

Instante en el que el detenido, Cristóbal Torrent Goñalons, es conducido ante el juez en Ciutadella. | Josep Bagur Gomila

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El autor confeso del crimen del empresario Joan Mascaró Florit (Ferreries, 1945) ya está en la cárcel de Maó. El magistrado que dirige el Juzgado número 1 de Ciutadella, Ramon Salada, decretó a las cinco de la tarde de ayer el ingreso en prisión -provisional, comunicada y sin fianza- del detenido, a quien imputa un presunto delito de homicidio.

Esta fue la resolución del juez, pactada con la fiscal Núria López, al concluir el interrogatorio de dos horas y media al que fue sometido el presunto homicida. Cristóbal Torrent Goñalons, de 51 años de edad, llegó poco antes de la una al Juzgado, esposado y escoltado por dos agentes de la Guardia Civil. Y, aunque mantuvo «sustancialmente» la misma versión de los hechos que relató la víspera durante su interrogatorio en el cuartel de la Benemérita en Maó, «moduló» algunos aspectos. Lo hizo ya en presencia de la abogada Margarita Mercadal, quien le asistirá en el caso y a la que prohibió expresamente realizar cualquier tipo de comentario público acerca de su declaración.

Sí los hizo a la salida la fiscal de guardia. Aunque no quiso ser «explícita», remarcó que, aún cuando el detenido se reafirma en que asestó las puñaladas mortales que mataron a Joan Mascaró, ha variado algunos detalles que, de momento, impiden calificar los hechos de asesinato y obligarán a practicar nuevas diligencias.

La clave es concluir si existió o no premeditación en su proceder. La familia del fallecido insiste en que estos últimos días se había visto el coche del presunto agresor merodeando por los alrededores de la casa en la que vivía Joan Mascaró, y en su primera declaración ante la Guardia Civil el detenido mantuvo que había estado esperando a que pasara con su motocicleta, pero ayer varió levemente su relato. Así lo resaltó la fiscal, consciente de que «las circunstancias que concurren pueden modificar considerablemente la calificación». La condena mínima por homicidio establecida por el Código Penal es de 10 años, mientras que el asesinato está penado con hasta 20 años de cárcel.

La próxima semana, el juez volverá a citar a las partes para decidir la práctica de nuevas diligencias añadidas a las ya llevadas a cabo ayer en el mismo lugar del crimen y a las que se anuncian en días venideros. Entre éstas, tomar declaración a testigos y familiares que puedan corroborar el presunto móvil pasional que habría movido al agresor a enemistarse con el empresario hasta el punto de matarle.

«Todas las diligencias van encaminadas a acreditar la existencia de agravantes», indicó. Con este mismo motivo, el juez volverá a sacar de la prisión al detenido para llevarlo hasta la avenida de Son Morera y recontruir in situ con su participación el relato preciso de lo ocurrido.

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