Luces que se encienden y se apagan, susurros y ruidos extraños, muebles que aparecen en lugares distintos en los que estaban y una presencia escalofriante. Un supuesto guardia civil ha levantado una auténtica polémica al acudir a un programa de TV y desvelar que, en 2007, ocho agentes fueron testigos de unos terroríficos fenómenos paranormales en el antiguo hospital de Maó, que estaba cerrado.
El funcionario, que acudió al programa 'Cuarto Milenio' vestido de uniforme y dijo llamarse Daniel, explicó que los hechos ocurrieron a las dos y media de la madrugada del 1 de noviembre de 2007. «El vigilante de Trablisa nos llamó porque escuchaba ruidos extraños en una de las plantas». Las instalaciones del hospital Verge del Toro llevaban meses clausuradas.
Ladrones
Una patrulla de la Guardia Civil llega al recinto y se entrevista con el vigilante. «Pensamos que eran ladrones que se habían colado y empezamos a inspeccionar el hospital. En la quinta planta vemos luces que se encienden y apagan, y subimos. Pero no hay nadie. Sin embargo, escuchamos de repente risas y susurros. Entonces pensamos que los ladrones están escondidos y pedimos refuerzos», añade Daniel.
El grupo vuelve a peinar el edificio, unos por las escaleras y otros por el ascensor. Se suma al despliegue una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía, pero siguen sin encontrar a los sospechosos. «En ese momento pensamos que eran más listos que nosotros y que se habían escondido. volvemos a bajar donde está el vigilante y lo enfocamos de forma distinta: decidimos que venga el Grupo Cinológico con un perro». El objetivo es que el animal olfatee y busque a los ladrones. Mientras tanto, los ocho agentes reparan en un hecho muy inquietante: las habitaciones y pasillos que han registrado en la planta superior tienen los muebles movidos. Son lámparas de quirófano y camas pesadas, que están cambiadas de sitio. Los armarios están abiertos, cuando antes estaban cerrados. «Desde la primera inspección habían pasado diez minutos y era imposible que alguien los hubiera movido porque habríamos escuchado el ruido. Una cama que habíamos visto en un cuarto de repente estaba en medio del pasillo», cuenta el supuesto guardia. Llega el perro y todo el grupo, con el pastor alemán, sube por el ascensor a la quinta planta. Se abren las puertas y el perro reacciona de una forma muy extraña.
«No quiere salir. Está muy nervioso y hace movimientos muy fuertes. El guía le da tirones, para que salga, pero el animal se frena». El experto canino le arroja un juguete al pasillo, de los utilizados con los perros adiestrados, pero el can sigue paralizado. «Fue inaudito, nunca pasa. Le tiras el juguete al fondo del mar y va a por él. Nos quedamos muy sorprendidos», continúa.
Una sombra
De improviso, se encienden las luces del pasillo y los ocho agentes ven al fondo del pasillo, en una esquina, la sombra de una mujer. «Era alta, delgada y vestía con una especie de camisón. El pelo lo llevaba muy largo, le cubría medio hombro y se asomaba, temerosa». Los agentes le dan el alto, creen que han encontrado al ladrón. Le piden que se identifique. Están a 20 ó 25 metros, pero la sombra no reacciona. Le dan un segundo alto, y la mujer hace caso omiso. Entonces, el grupo desenfunda sus pistolas y la encañonan. «No reacciona en absoluto, sólo nos observa. De repente, desaparece. Vamos a esa esquina y ya no está. Lo más increíble es que están todas las puertas y ventanas selladas. Esa quinta planta era para enfermos mentales, así que las medidas de seguridad eran muy estrictas», concluye Daniel.
El grupo bajó a la primera planta, con todos los agentes muy desconcertados. «Nos dijimos: ¿Qué ha pasado aquí? En el informe concluimos que se trataba de un episodio paranormal, presenciado por ocho testigos». La Comandancia de la Guardia Civil no tiene tan claro que todo aquello pasara. Así pues, el dilema está claro: «¿fantasma o fantasmada?»