Un británico de 32 años de edad llegó a la Isla el pasado martes por la noche para pasar tres días de vacaciones. Se alojaba en un hotel de Magaluf y después de cenar decidió salir un rato a divertirse. Sus amigos le habían contado que en Magaluf podía pasárselo bien, que el alcohol estaba barato y que había muchos británicos para enrollarse .
Alimañas
Así que salió, bebió, no se comió un rosco y ya de regreso al hotel, a altas horas de la madrugada, decidió hacerlo por unos callejones que hay cerca de una discoteca porque, le dijeron, así adelantaría camino.
Una cosa es cierta, lo que le ocurrió no lo olvidará jamás y, quizás, tenga problemas para que le crean cuando lo cuente en su país.
El británico caminaba tan a gusto cuando, de repente, se le abalanzaron hasta ocho mujeres que le arañaron por todo el cuerpo. Incluso, las hubo que le dejaron incrustadas uñas postizas en la carne. Mientras esto ocurría gritaban en un idioma que no entendía. Lo tiraron al suelo, le quitaron el jersey y mientras notaba las clavadas de unos objetos, que después supo que eran las uñas, otras le iban qui- tando todo lo que llevaba en los pantalones y un reloj Rolex que lucía en la muñeca.
Después, se fueron todas en desbandada dejando a la víctima tirada en el callejón.
El turista, como pudo, se reincorporó y consiguió llegar hasta el hotel. Cuando el recepcionista le vio llegar enseguida se ocupó de él. Llamó al director y le llevaron a un centro médico, mientras avisaban a la policía.
El hombre fue curado de numerosas heridas abiertas en la cara y en las partes anterior y posterior del cuerpo.
Por fortuna no necesitó el ingreso hospitalario y, un vez curado, formuló la correspondiente denuncia ante la Policía Local.
Las ocho mujeres le habían quitado el reloj de pulsera, el teléfono móvil y la cartera, en la que dice que llevaba 600 libras esterlinas.
Indignación
El director del hotel se mostró indignado por lo ocurrido, y dijo que, de clientes de su establecimiento, se han dado una media docena de casos parecidos este verano.
Se trata de mujeres que ejercen la prostitución en la calle pero, más que dedicarse al oficio más antiguo del mundo, lo que en realidad buscan es hurtar la cartera a los turistas que se han tomado cuatro copas de más, cuando regresan a sus respectivos hoteles. Policía Local y Guardia Civil han efectuado numerosas detenciones al respecto, pero las mismas mujeres cometen los mismos hechos una y otra vez.