Tras un mes en prisión, Antonia M. D. se desdice. La madre de Ainhoa, la niña de ocho años fallecida el 19 de junio en el Coll d'en Rebassa con señales de haber sufrido una paliza, acusa ahora a su pareja.
La mujer compareció ayer ante el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Palma, Juan Ignacio Lope Sola y puso el caso patas arriba. Cuando antes había dicho que Ainhoa se cayó porque era sonámbula, ayer acusó a su pareja de ser el autor de los golpes que acabaron con la vida de la niña.
Su novio, Miguel Àngel G. L. está también en prisión y fue excarcelado ayer y llevado a los juzgados, si bien no llegó a prestar declaración. Fue arrestado en principio por no hacer nada para impedir los malos tratos. En su declaración judicial relató que el día de los hechos -el sábado 18 de junio- estaba en otra habitación cuando ocurrieron los hechos. Dijo que oyó un ruido y que, cuando llegó la niña estaba inconsciente en el suelo y que su madre estaba en la habitación. Estos hechos se produjeron en torno a las tres de la madrugada. Los dos detenidos dejaron a Ainhoa en la cama. A la mañana siguiente, en torno a las once y media la niña seguía en muy mal estado. Hasta las tres de la tarde no llamaron a una ambulancia. La menor ingresó en coma en el hospital y falleció en unas horas. Las señales que tenía la niña en el cuerpo indicaban que había sido golpeadas por lo que se activó el protocolo para casos de malos tratos.
Ainhoa no vivía de forma habitual con sus padres, había ido a pasar el fin de semana con su madre. Prácticamente desde que nació su hija, Antonia M. D. se había desentendido de la niña a la que habían criado sus abuelos paternos en Andratx.
Sin embargo, hace ahora un año, en julio de 2010 la joven empezó a vivir con Miguel Àngel al Coll d'en Rebassa. A partir de ese momento retomó la relación con sus padres y su hija, a la que comenzó a ir a buscar los fines de semana.
El nueve de junio la madre acudió al colegio Vinyet de Andratx, al que asistía Ainhoa. Sin hablar con sus padres se la llevó del centro con ella a Palma, donde estuvo hasta el día de los hechos. Los abuelos eran reticentes a que la niña fuera a casa de su madre porque en alguna ocasión previa ya había regresado con moratones y signos de maltrato.
La investigación judicial permanece bajo secreto de sumario.