Noche de perros. Está lloviendo a mares y el mercurio apenas marca dos grados centígrados. Son las 22 horas y los hombres y mujeres del Grupo D de los Radio Patrullas (zetas) del Cuerpo Nacional de Policía incian su turno. En la sala del 091 nos recibe el inspector coordinador del servicio, Antonio Fernández. Sin más dilaciones, el subinspector jefe de sala, Óscar Ibáñez, nos explica el funcionamiento de la misma y se atienden las primeras llamadas.
Ocho coches de patrulla, un vehículo camuflado y más de 25 agentes, dos oficiales, dos subinspectores y un inspector jefe de guardia, conforman el plantel policial en la capital balear. La primera llamada de emergencia no tarda en llegar. En una conocida calle des Rafal se está produciendo un episodio de violencia de género. Al parecer, un hombre está agrediendo a su mujer y al hijo de ambos. El oficial José Antonio Salar (con más de 15 años de servicio a sus espaldas) y tres policias más se dirigen al lugar de la supuesta agresión. En menos de un minuto y medio un vehículo policial llega a la vivienda. Entran en el domicilio y proceden a la detención del agresor. Se viven escenas de nervisiosismo y de tensión, pero los policias están preparados y, en cuestión de segundos, sin necesidad de utilizar la violencia han marcado el territorio y controlado la situación. El inspector coordinador jefe de servicios sigue de cerca las evoluciones. No es un hombre de despacho, está en la calle y es uno más. Sus subordinados le respetan y, cosa rara en los cuerpos policiales, todos comentan su gran profesionalidad. A nosotros también nos han bastado un par de horas para conocer sus métodos y el secreto de su éxito. La base vuelve a llamar. En el poblado de Son Banya han intentado atropellar a varias personas. Todo apunta a que es un menor de 15 años que previamente había robado una furgoneta a otro gitano. Numerosas unidades se desplazan al poblado chabolista, identifican a los implicados y, con ayuda de la Policía Local inmovilizan el vehículo. Sigue la noche y... a las 00.51 se comunica que en un conocido bar regentado por marroquies de la calle Santa Florentina, en Son Gotleu, se está celebrando una timba ilegal. El inspector Fernández y sus hombres, en menos de cinco minutos montan un dispositivo que cuenta con el apoyo de Policía Local. Las relaciones y colaboración entre los cuerpos policiales son excelentes.
Son las 00.55 horas y, sin dilaciones, se irrumpe en el local. Dos detenidos por incumplimiento de la Ley de Extranjería y, lo peor de todo, de las 25 personas que había dentro del bar, muchos estaban en libertad provisional y otros contaban con numerosos antecedentes. Por ese motivo, el Cuerpo Nacional de Policía no da tregua y marca muy de cerca dichos «garitos». Los vecinos lo agradecen.
Seguimos patrullando y el vehículo 'charly' (camuflado) acude a la llamada de un intento de robo en un taller mecánico de la calle Antoni Torrens, otras unidades acuden en su ayuda, pero finalmente los ladrones no consiguen su objetivo y huyen.
La noche está llegando a su fin, pero aún hay tiempo para más. Tras algunas falsas alarmas y llamadas intrascendentes se comunica que en la calle Indalecio Prieto han reventado un quiosco y que posiblemente los ladrones estén por las proximidades.
A la llegada de los coches patrulla pueden comprobar cómo realmente habían forzado las planchas metálicas y revuelto el interior. Tras una inspección ocular, se precinta el local y se avisa a la brigada Científica para que tomen las huellas del autor del robo con fuerza. Así transcurre una noche de patrulla. Las 24 horas del día, los 365 días del año, llueva o luzca un sol, los hombres y mujeres del Cuerpo Nacional de Policía estarán a su servicio.