21 años de malos tratos. Y dos intentos de homicidio. María A., vecina de Pollença, no quiere correr la misma suerte que Anne Wanjiru y ha decidido refugiarse en un punto desconocido de la Península para que su ex marido de 78 años no la mate: «Me dice que los asesinos tan mayores están muy poco tiempo en prisión, así que le saldría barato acabar conmigo».
-¿Cómo ha podido aguantar tanto tiempo?
-Tengo 45 años y llevo casi la mitad de mi vida con él. Casi desde el primer día empezó a pegarme e insultarme. La primera paliza me envió tres días al hospital. La presión psicológica es tal que al final quedas anulada. Es una dependencia total del maltratador, aunque suene raro.
-¿De qué forma ha vivido los recientes sucesos en su pueblo?
-Me han afectado mucho, porque sé que yo puedo ser la siguiente mujer asesinada por su marido anciano. Ya lo ha intentado dos veces, así que estoy viva de milagro.
-¿Cuándo se separó?
-El pasado 18 de mayo. Ya no podía con esta situación. Ahora llevo dos meses refugiada en un lugar de la Península que no puedo desvelar. Él me sigue y su única preocupación es dar conmigo y matarme.
-¿Recibe protección de las instituciones?
-Las juezas de Inca, la Guardia Civil, los psicólogos, la asistenta social y la Cruz Roja se han portado fenomenal. Pero no pueden protegerme siempre, a todas horas. Por eso he tenido que huir de Pollença. No quiero ser la siguiente Anne Wanjiru.
-No se separa de su GPS de auxilio.
-Es lo único que me queda. Si algún día me localiza puedo activarlo y la policía sabrá al momento donde estoy. El problema es que cuando lleguen posiblemente ya esté muerta.
-¿De qué vive?
-El, que parece un pobre anciano desvalido, tiene una vida fácil en Mallorca. Yo, que soy la víctima, tengo que huir constantemente. La única suerte es que tengo muchos amigos que me ayudan. Me dan cobertura.
-¿Y aún así le sigue la pista?
-Me vigila mis cuentas bancarias, para saber desde qué cajero saco dinero. Me pinchó el teléfono, tras falsificar mi firma, y sigue todos mis pasos.
-¿Por qué no cambia de móvil?
-Porque es el que tienen en el juzgado, la Guardia Civil, los servicios sociales y todas las personas que me ayudan. Sólo empeoraría las cosas.
-¿Cómo fueron sus dos intentos de homicidio?
-El primero llevábamos 15 años juntos. Me intentó apuñalar. No puse denuncia, porque tenía pánico. El segundo ocurrió una mañana, cuando entró en el dormitorio con un cuchillo. Forcejeamos y escapé. Le detuvieron y dictaron orden de alejamiento.
-¿Ha visto las imágenes de Miquel Llodrà, el presunto homicida de Anne Wanjiru, en los juzgados de Inca?
-Sí, y me recordó muchísimo a mi ex marido. Siempre dice que es tan mayor que estaría poco en prisión. Cada vez que en las noticias veíamos juntos un caso de alguna mujer asesinada decía: «A ese hombre deberían levantarle un monumento». Lo peor es que hablaba en serio. Es un prepotente y un maltratador nato.
-¿Piensa volver a Mallorca?
-Estar siempre huyendo es terrible. Me habría gustado estar estos días para asistir a la manifestación que convocaron en Palma en repulsa por el crimen de Anne. Pero también sé que si vuelvo mis horas están contadas. No hay jueza, guardia civil o asistente social que me pueda garantizar la vida. Hacen todo lo que pueden, y a veces más, pero yo me siento sentenciada. A muerte.