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«Me dijo que no había vuelta atrás, que me tenía que matar»

El acusado, ayer al inicio de la vista oral de juicio en la Audiencia Provincial de Palma. | Víctor Malagón

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«Me pidió un beso, se lo negué, me golpeó y entonces empezó todo». La víctima de un espeluznante secuestro de tres días acompañado por palizas y dos agresiones sexuales, contó ayer entre lágrimas lo ocurrido desde que su ex pareja comenzó a golpearla en la madrugada de la nochevieja de 2008. La joven, de 26 años de edad, aseguró que había dejado de vivir con el acusado el día de Nochebuena.
Para celebrar la llegada del año, el hermano del acusado, la llamó. La fiesta se celebraba en un piso de la calle Sindicat. Allí se encontró con su ex pareja. En torno a las dos de la madrugada se quedaron a solas y el acusado, también de 26 años de edad, intentó darle un beso. Según narró la joven, su negativa provocó un primer golpe que le rompió la ceja. «Entonces me cogió de los pelos y me llevó al cuarto, me dijo que ya no había vuelta atrás, que me tenía que matar porque si no le iba a denunciar».
Según la víctima, en ese momento se repitieron los golpes y tuvo lugar una primera agresión sexual, en la que el acusado llegó a emplear una botella. Tras este episodio, el acusado llevó a la mujer, con un cuchillo al cuello hasta la calle San Vicente Ferrer de Palma, donde ambos habían compartido una habitación. Allí se repitieron las agresiones físicas y sexuales, incluso, según las acusaciones, cuando la mujer estaba gravemente herida y tenía al menos ocho fracturas en distintos huesos de la cara. Los golpes, y las violaciones fueron acompañados por otro tipo de vejaciones. La víctima cuenta que el acusado la obligó a lavar las sábanas manchadas de sangre, para que su hermano no sospechara lo ocurrido o que le dio una botella de refresco para que se lavara la sangre de la cara.
Engaño
Tras tres días encerrada, la joven convenció a su captor de que la dejara ir al médico. «Le tuve que jurar por mis hijos que no le iba denunciar, que le quería».
La gravedad de las heridas sufridas por la mujer era tal que podría haber fallecido. Según el forense que la examinó, solo la suerte evitó que se asfixiara con su propia lengua.
El acusado niega todos los hechos y los atribuye a una «invención de la joven». A preguntas de la Sala señaló que ésta «querría cobrar algún dinero», eso sí, no pudo explicar quién habría causado las graves lesiones que presentaba la joven. También negó que su ex pareja hubiera acudido a la fiesta y sí señaló que el uno de enero habría estado con su hermano, éste último ya fallecido. La Fiscalía solicita una condena de 55 años de cárcel para el acusado por dos delitos de agresión sexual, lesiones y detención ilegal.

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