«La vida me ha dado una segunda oportunidad y se lo debo todo a la viga que me cayó encima y que hizo de techo». Francisco Páez, de 73 años, es uno de los dos supervivientes de la tragedia de Rodríguez Arias. Ayer salió del hospital de Son Dureta, con puntos en el rostro y lesiones en el tórax. Nada, en comparación con la suerte que corrieron sus siete vecinos.
Su hija Àngela se ha hecho cargo de él, mientras se recupera de sus lesiones, y tiene previsto llevárselo a Ciudad Real, donde ella reside, en cuanto puedan: «Me llamó la policía y me llevé un susto de muerte. En agosto había estado en Palma con mi marido y ya le comenté a mi padre que había grietas por las que cabía un puño».
La mujer recordó que pintaron la fachada, pero el mal estado continuó siendo preocupante.
Antes de la medianoche del domingo al lunes Francisco, que es viudo y vivía solo, se acostó en su dormitorio. Su planta baja colinda con el edificio desplomado y minutos después de las doce el septuagenario se despertó sobresaltado: «Recuerdo un temblor muy fuerte y que las maderas crujían». Luego toda la casa se le vino encima. Milagrosamente, una viga cayó sobre el único ocupante de la planta baja, y lo atrapó, pero sin aplastarlo. Los otros cascotes que se le vinieron encima rebotaron sobre la viga. «La viga me salvó la vida», opina Francisco.
A partir de ahí, lo que ocurrió no lo tiene muy claro. «Parece que algún vecino entró por la única ventana que quedaba en pie y lo sacó a la calle, ensangrentado y cubierto de polvo», recuerda la hija. Desde esa noche, el vecino de la barriada de Camp de Serralta ingresó en el hospital de Son Dureta y los médicos confirmaron que las lesiones no revestían excesiva gravedad.
Sin embargo, pasó dos días en planta, para que los médicos pudieran seguir de cerca su evolución. Ayer por la mañana le dieron el alta y se trasladó, junto a su hija, al hotel Continental, donde el Ayuntamiento ha alojado a una treintena de afectados.
«Cuando pasen unos días volveremos a Ciudad Real. La casa de mi padre está destruida, veremos a ver qué pasa», añadió Àngela.
En el derrumbe de Rodríguez Arias sólo hubo dos supervivientes: Francisco Páez y Margalida Nebot, esposa de Jaume Perelló, que murió en el siniestro. Su hija Micaela también pereció en el desastre de Camp de Serralta.
Francisco Páez y su hija, así como el resto de vecinos afectados por el desalojo, se reunieron con Eberhard Grosske, regidor de Benestar Social i Participació Ciutadana, que les informó de las últimas novedades. Los afectados, cuando se percataron de que Francisco había salido del hospital, se dirigieron ayer y le estrecharon afectuosamente la mano: «Has vuelto a nacer».