El balance de ahogados que perdieron la vida en las playas de Mallorca durante el mes de septiembre, aún sin finalizar, es de once muertos. Además, hay que añadir que en los meses de julio y agosto el número de personas rescatadas con síntomas de ahogamiento se triplicó respecto al año anterior. Con estas preocupantes cifras en las manos hemos querido comprobar 'in situ' cómo se trabaja en una de las playas más peligrosas, pero a la vez más seguras, de la Isla. Con la ayuda de los socorristas de la empresa Rescat Balear conoceremos los motivos por los que han aumentado considerablemente el número de muertos.
Llegamos a Can Picafort. Son las nueve de la mañana, estamos en alerta IG-1, está lloviendo y la playa de Son Serra de Marina luce la bandera roja. Las otras dos playas de la zona; la de Can Picafort y Son Bauló, de momento amanecen con bandera amarilla.
Nos recibe Tomeu Fullana, un experimentado socorrista. Durante toda la jornada le acompañaremos y viviremos en primera persona como es un día de trabajo.
Nada más llegar, Fullana nos explica las características de las playas. «Es muy importante conocer el lugar donde trabajamos. Hay que destacar que, por ejemplo, Son Bauló, es una de las playas más peligrosas de Mallorca. El agua te puede llegar por las rodillas, pero se producen unas corrientes internas que te chupan hacía dentro y es muy difícil salir airoso. Además, tenemos que prestar especial atención a las zonas de rocas, especialmente Son Serra de Marina, allí, los aficionados a los deportes acuáticos como el surf o el kay surf son los que nos ocasionan algún que otro problema», relata Fullana.
Las torres de vigilancia se activan a las diez de la mañana. En el término municipal de Can Picafort existen seis torretas de vigilancia. No ha transcurrido ni media hora cuando escuchamos por la emisora que hay un código rojo. A pesar de las advertencias y de la prohibición, un turista, de nacionalidad germana y de gran corpulencia se introdujo en el mar. Por causas que desconocemos, el joven alemán no conseguía mantenerse a flote y quedó inconsciente. Rápidamente, cuatro socorristas se lanzaron en su búsqueda. Les acompañaba una moto acuática y varias tablas. Tras conseguir localizar el cuerpo, con enormes dificultades lo inmovilizaron, lo colocaron en la tabla de rescate y lo transportaron a tierra firme. Una vez allí, se le practicó los primeros auxilios y una ambulancia lo trasladó a un centro hospitalario. En esta ocasión, una imprudencia manifiesta pudo convertirse en la víctima número doce del mes de septiembre.
«Para un socorrista la mayor recompensa, más que la económica, es la satisfacción de saber que con nuestro trabajo salvamos vidas y ayudamos a las personas. Durante un día de trabajo no sólo rescatamos a bañistas ahogados. Atendemos a decenas de personas que han sufrido alguna picadura de medusas, aquí generalmente hay más picaduras del pez araña, perdidas de niños, ayudamos a las personas con discapacidad física para que puedan bañarse con la ayuda de las sillas anfibias, vigilamos que los bañistas tengan un comportamiento correcto entre otras muchas cosas», relata Joana María Valle, coordinadora de los socorristas de las tres playas de Can Picafort.
A pesar de que detrás de Rescat Balear se encuentren grandes profesionales, (ningún fallecido en dos años de servicio), hay que reconocer que la situación en las playas complicada. Algo está fallando y hay que analizar profundamente la situación.
Fullana destaca: «El problema que hay en el litoral mallorquín es que las autoridades no supervisan que se cumplan las normativas. Es incomprensible como hay ayuntamientos que no disponen del número de socorristas adecuado o que simplemente no están preparados. El Govern tendría que tomar determinaciones y sancionar duramente todos los incumplimientos, es la única forma de evitar muertes», concluye.
Finaliza el día. Nosotros nos marchamos, pero mañana, nuevamente los socorristas volverán a sus torres de vigilancia y nos garantizarán una estancia en las playas más tranquila y segura.