Dos agentes de la Policía Local de Palma fueron juzgados ayer en la Audiencia Provincial de Palma por un delito de torturas. La víctima denuncia que fue obligado a desnudarse en el cuartel de San Fernando y sometido a distintas vejaciones por su condición homosexual. Su declaración exculpó a uno de los dos acusados, contra el que el fiscal ha retirado los cargos.
En noviembre de 2004 los agentes acudieron a un aparcamiento de la calle Joan Miró alertados por uno de los empleados. Según la declaración del policía acusado, un hombre había destrozado varias sillas en el párking después de ser amonestado por la forma en la que había aparcado su vehículo. Hablaron con el sospechoso, que estaba nervioso. El hombre subió a su coche y arrancó mientras hablaba por el teléfono móvil. Los agentes le dieron el alto. Sin embargo, el conductor aceleró y, según el testimonio del acusado, casi atropella a uno de los policías. Estos hechos ya fueron juzgados y el ahora denunciante fue condenado a una multa por atentado. La víctima cuenta que estaba en su coche manteniendo relaciones con otro hombre cuando fue arrestado. «No tenían muy claro por qué me detenían», afirmó. Cuando llegaron al cuartel, según su declaración, comenzaron las vejaciones. Así, cuenta que le obligaron a desnudarse totalmente durante el cacheo y que no le devolvieron su ropa, por lo que le forzaron a pasar desnudo varias horas en el calabozo. Además, contó que le negaron comida y bebida: «Dijeron que a ese 'moñas' ni agua». Así, asegura que se vio forzado a beber del retrete. «Me sentía como un animal maltratado», aseguró.
La versión de los agentes es opuesta. Según ellos el trato al detenido fue el normal. El encargado del cacheo reconoce que fue una inspección exhaustiva porque días antes se habían producido varios incidentes en el cuartel. Según su declaración, sólo le quitaron al detenido las botas que llevaba, ya que llevaban refuerzos de metal en la puntera y los talones. También afirman que sí le dieron comida y bebida como al resto de detenidos.
La Fiscalía solicitaba al inicio del juicio penas de dos años de prisión para el autor de cacheo y de un año y seis meses para el otro acusado, responsable de los calabozos. Además solicitaba que les inhabilitara durante diez años. Al segundo de ellos le retiró la acusación después de que el acusado no le reconociera. El juicio terminará hoy con los informes de las distintas partes.