Verónica Vanesa Hernández Acosta, una uruguaya de 25 años, viajó el domingo desde su país a España para estar cerca de su familia, que vive en Mallorca y que el 25 de abril quedó destrozada por la muerte de Àlex Gabriel Blanco en accidente de tráfico. Verónica fue retenida en Barajas porque no tenía carta de invitación o 1.300 euros para justificar su estancia de tres semanas en Palma y ayer fue expulsada de vuelta a su país.
La joven ya estuvo en Mallorca hace unos años y a pesar de la distancia, estaba muy unida con su primo, Àlex Gabriel. Además, la madre del fallecido es su madrina (un vínculo muy importante en Sudamérica) y Verónica, nada más tener noticias de lo ocurrido en la autopista de Andratx, planificó su viaje. Quería despedirse de Alex y estar cerca de su familia mallorquina y con las prisas no reparó en que le exigirían una carta de invitación.
Los medios económicos de la familia en Uruguay no son muy boyantes, pero la muchacha pudo reunir los 1.300 dólares que costaba el vuelo de Uruguay a Barajas y después el transbordo a Son Sant Joan. Verónica trabaja en su ciudad como limpiadora y su sueldo, al cambio, no llega a 200 euros mensuales.
Cuando por fin consiguió pagar el pasaje, informó a sus parientes de Palma que llegaría a Madrid el 11 de mayo, es decir, el pasado lunes. El aterrizaje se llevó a cabo sin problemas, pero cuando estaban pasando el control fue seleccionada por la policía junto a un grupo de pasajeros, todos ellos extranjeros. Un agente le pidió cuáles eran los motivos de su visita a España y la sudamericana explicó que acababa de morir un primo suyo al que estaba muy unido y quería apoyar a su familia en un trance tan duro.
El funcionario le replicó que si quería pasar tres semanas en Mallorca debía aportar o bien la carta de invitación de su familia española o bien mostrar 1.300 euros, para demostrar que disponía cada día de unos 60 euros para su manutención.
La pasajera contestó que se trataba de un viaje excepcional, por el fallecimiento de un familiar directo, y que las cartas de invitación requerían tiempo y trámites burocráticos. Con respecto al dinero, explicó que la estancia la tenía pagada porque se iba a alojar en la casa familiar de Palma, con todos los gastos cubiertos. Sus explicaciones no convencieron a los policías, que la dejaron retenida «en tránsito», a la espera de ser repatriada a su país. La joven pudo contactar con sus parientes mallorquines, que enviaron una carta urgente a la Jefatura de Policía, confirmando que Verónica venía invitada y que todo estaba en orden. El recurso no sirvió de nada y ayer la uruguaya fue embarcada en un vuelo de Iberia, con destino a su ciudad.
El dinero que ha perdido -una pequeña fortuna para ella- es lo de menos: Verónica no se ha podido despedir de Àlex. Ni tampoco abrazarse a su familia mallorquina.