La Policía Judicial de la Guardia Civil sigue estrechando el cerco sobre el violador que intentó matar a puñaladas a una de sus víctimas en Magaluf. El cuchillo que utilizó para apuñalar a Sheryl, y que los investigadores pensaban que se había llevado tras la violación, lo dejó en la cocina, limpio de sangre y junto a otros machetes.
Este dato abunda en la idea de que se trata de un delincuente con una extremada sangre fría, y posiblemente un violador en serie o un psicópata. De hecho, el individuo se tomó la molestia de camuflar el arma tras clavársela tres veces a la británica, junto al corazón.
Se dirigió a la cocina, cuando ella agonizaba, y lo limpió de restos de sangre. Se tomó su tiempo y después se marchó. Por ese motivo el cuchillo no apareció en la primera inspección ocular que se realizó en el apartamento de Magaluf. Ahora, sin embargo, el puñal está en poder de los investigadores.
Desde la Comandancia palmesana se está llevando a cabo un trabajo exhaustivo para dar caza al violador, que ya podría haber actuado en otras ocasiones. Otra extranjera fue atacada sexualmente días antes de Sheryl, también en la misma zona, pero consiguió huir de su agresor. No interpuso denuncia y la descripción que ahora ha facilitado coincide con del psicópata.
Se trata de un sujeto de elevada estatura "aproximadamente un metro y ochenta y cinco centímetros" atlético, pelo corto moreno y tez oscura. Se expresaba en un deficiente inglés, que no era su idioma habitual y en la actualidad tiene que tener la cara, el cuello y una oreja marcados, por las lesiones que le provocó una de las víctimas cuando se defendía de él.
En los dos casos de Magaluf actuó a rostro descubierto, de madrugada.