JULIO BASTIDA
Pasaban unos minutos de las once de la mañana de ayer y cientos de personas esperaban ansiosamente la llegada de Juan José Cortés en la plaza Teniente Coronel Franco de Palma.
Cortés se adentró en la plaza y en ese instante una tremenda ovación presidió la llegada del progenitor de la pequeña Mari Luz, la niña de cinco años que murió brutalmente asesinada.
En los escasos veinte metros de recorrido existentes entre el coche hasta las mesas habilitadas para la ocasión para la recogida de rúbricas a favor de la cadena perpetua para pederastas, el onubense se dio un baño de multitudes y recibió el cariño y afecto de los ciudadanos de Mallorca.
Algunos de los asistentes y otros, desde balcones y ventanas, lanzaron varios gritos de ánimo: «¡Justicia, queremos justicia!».
Acto seguido, Cortés se ubicó cerca de las mesas y comenzó la recogida de firmas. María, una carnicera de Palma, comentó: «He venido caminando desde es Rafal, le he pedido permiso a mi jefe para salir un rato y poder venir a firmar. Creo que hay que pedir a los políticos que cambien las leyes».
Juan Radó, el pastor de Son Banya, también estaba presente en la plaza ayudando a rellenar las hojas con los datos a todas aquellas personas que precisaban de su colaboración.
Juan José Cortés, preguntado por los medios por la falta de presencia de autoridades en sus actos contestó: «La gente de la Isla me ha recibido con mucho cariño. No estamos hablando de un tema de color político, no es cuestión ni de derechas ni de izquierdas. Tengan ustedes claro que cuando el pueblo se lanza a la calle en masa es imposible no escucharlo».
Por otra parte ya entrada la tarde, Juan José se dirigió al poblado de Son Banya donde presidió una misa multitudinaria. El padre de Mari Luz durante algo más de dos horas recogió firmas en el poblado. Durante su estancia en Son Banya, Cortés estuvo acompañado en todo momento por el pastor de la Iglesia Evangélica Filadelfia, Juan Radó.