El vicegobernador de la provincia china de Sichuan, Li Chengyun, confirmó ayer la muerte de 19.509 personas a causa del terremoto de 7'8 grados de magnitud registrado el pasado lunes, aunque en otras instancias oficiales se considera que la cifra final de fallecidos podría superar los 50.000. El nuevo parte eleva en más de 5.000 la última cifra oficial de víctimas mortales del fuerte seísmo y sus posteriores réplicas, según Li.
Asimismo, el Gobierno chino hizo una petición pública de emergencia para conseguir aparatos detectores de movimiento humano, martillos o palas para ayudar al rescate de las víctimas del seísmo, el peor de las tres últimas décadas en China.
Los 130.000 militares y fuerzas de seguridad que trabajan en la zona del siniestro utilizan sus propias manos para excavar entre los escombros en los que miles de víctimas permanecen sepultadas.
Las autoridades chinas han subrayado que «a cada momento» se reciben donaciones para los damnificados del terremoto que ya suman los 100 millones de dólares. China considera que no necesita expertos extranjeros para tareas de rescate y de ayuda humanitaria e insiste en pedir donaciones monetarias y materiales. Este es un mensaje parecido al que está emitiendo la Junta Militar de Birmania, país arrasado por el ciclón Nargis, que ha causado al menos 32.000 muertos y 34.000 desaparecidos, según datos oficiales.