Extraña poción, niña, la que llevas dentro./Es una mala bruja de azul eléctrico./ A su loca manera está enamorada de ti./ ¿Y ahora qué vas a hacer?...» («Strange Brew», de Cream). Hari Om. Buenos días.
Creo que los pactos en la Administración de Justicia en Balears son una asignatura pendiente. Es cierto que en ocasiones hay casos en los que llegar a un acuerdo con el delincuente puede ser benefecioso para la sociedad. Me explico, si se detiene al susodicho, y se consigue que con sus confesiones revele datos más importantes que permitan desmantelar toda una trama, se entiende que a cambio se le otorguen algunos beneficios. Pero, de ahí a lo que ocurre en ocasiones concretas, media un abismo. Para entendernos, hay casos en los que se detiene al sospechoso, se pone en marcha toda la maquinaria de la Justicia, se llenan cientos y hasta miles de folios con declaraciones, autos y demás. Llega el día del juicio, y cuando está todo preparado resulta que no, que no hay juicio, que ha habido un pacto. Se dan incluso algunas situaciones esperpénticas, en las que no se tiene en cuenta el más mínimo respeto para alguno de los testigos que se ha citado en la vista oral.
Algo así ocurrió en la Audiencia de Palma el pasado martes. Estaba previsto un juicio contra un «correo» del narcotráfico. El juicio estaba previsto que comenzara a las diez de la mañana y, entre otros, se había citado a tres policías como testigos. Pues nada, que a las nueve y media, diez menos cuarto los tres policías están ya en el patio de la Audiencia. Y dan las diez, y las diez y cuarto, y las diez y media...y los hombres esperando. A eso de las once menos cuarto llega el abogado del acusado, entra en un despacho, sale a los pocos minutos y se va a hablar con su cliente. Mientras, los policías esperando sin saber qué estaba ocurriendo. Al final uno de ellos se va a preguntar a una funcionaria. La mujer le dice que «ha habido pacto». Los policías se quedan con cara de tontos y se largan. Y si lo que les he contado les parece ya vergonzoso, y quieren profundizar en lo de siempre, o sea, que si había motivos muy fundados para pactar, o por aquello de que no estaba claro el asunto y demás, pues parece que no es el caso. El hombre fue detenido en enero de 2004 en el aeropuerto de Son Sant Joan. Tenía en su poder 100 gramos de cocaína con una pureza de más del 90% y reconoció en sus declaraciones, primero ante la policía y después ante el juez, que la droga era para una red de narcotraficantes. El fiscal pedía siete años de cárcel y con el pacto se rebajó a tres. Otro dato es el de que entre los tres policías, uno tuvo que desplazarse desde Madrid. Vergonzoso, ¿no?, aunque claro, después uno escucha los razonamientos del Fiscal Jefe y, pues eso, que dan ganar de reír. Pero es lo que hay y así nos luce el pelo.
Y de los pactos me voy a Calvià porque allí también sigue habiendo algunos que otros personajes que se las traen. Un juzgado de Palma ha decretado el sobreseimiento y archivo de unas diligencias que entregó el Ajuntament de Delgado y cía. Las mismas se entregaron al Fiscal Jefe el 29 de mayo de 2007 (quédense con la fecha), para que se investigara si tres policías habían incumplido una ley referida al Régimen Electoral General. Les cuento, tres policías de Calvià hacían campaña para dos partidos políticos. Dos policías para ASI, y el tercero para UM. Se encargó al jefe de la Policía Local que redactara un informe sobre los tres, y en el mismo se cuentan toda una serie de historias como que se les vio a algunos colgando carteles electorales, a otros en mítines, en páginas webs... tampoco se descubría nada del otro mundo, puesto que todo lo hacían en publico. Los tres habían solicitado un período de tiempo, distinto en cada caso, para dedicarse a politiquear.
Pero lo que para mí no tiene desperdicio es el último párrafo del informe del jefe: «Quiero trasladar en el presente informe una sensación bastante extendida en el conjunto de la plantilla de la Policía Local de Calvià, por la que no se comprende cómo se puede dar ante los ciudadanos una imagen de profesionalidad y de objetividad, si algunos miembros de la plantilla pueden hacer durante quince días, o un mes una activa y notoriamente pública campaña de propaganda electoral para unos determinados partidos, y al día siguiente de finalizar la misma, volver a prestar servicio como policía local ante todos los ciudadanos, sin perjuicio de que se tenga el más absoluto respeto por las opciones personales electorales de cada uno de los miembros de la Policía Local». Pues mira por donde, no le discuto al jefe que tenga o no razón. Pero si la tiene, pregunto, ¿es cierto que la noche electoral estuvo celebrando la victoria del PP en Calvià junto al alcalde, concejales, simpatizantes y otros policías que se reciclaron a chóferes, ayudantes y demás mandangas? Sólo lo pregunto porque yo no estaba (Dios me libre). Y otra pregunta. ¿Por qué esperar al 29 de mayo para entregar las diligencias al Fiscal Jefe? ¿Por qué no cuando se tuvo conocimiento de las actividades de los tres policías? ¿ O es que esperaban al resultado de las elecciones? y, ya se sabe, si hace falta pactar aquí no ha pasado nada.
El pasado martes me llamó una señora para exponerme una queja que me parece muy razonable. La mujer había ido a efectuar unas compras al Corte Inglés de las Avenidas. Al ir a salir sonó el dispositivo de alarma. Una chica le dijo que se esperara y llegó un guarda de seguridad. El guarda le vació las bolsas y al final se comprobó que alguien había dejado un dispositivo en el bolsillo de un pantalón que acababa de comprar. La señora se queja de que todo esto lo hiciera el guarda a la vista de todos los clientes, con lo que ella parecía una delincuente. Cuando se comprobó que se trataba de un error de algún empleado, la señora le dijo al guarda que quería formular una reclamación, y éste le dijo que se fuera a la quinta planta. ¡Hombre!, un poco de tacto. La mujer no se queja del servicio ni del establecimiento en sí, sino de la forma cómo se la trató. No cuesta nada, en estos casos, llevarse al cliente a un cuarto y mirar allí en las bolsas, fuera de la mirada del resto de clientes.
El pasado jueves por la noche se reunieron más de 50 guardias civiles en el restaurante es Molí des Comte. El motivo era celebrar una cena de despedida a tres miembros de la Policía Judicial: Joaquín Castillejos, Pablo Urbina y Consuelo Martínez. El primero ha pasado a la reserva, el segundo se va destinado al aeropuerto, y Consuelo, a Jaén. Entre los asistentes había miembros de la PJ de toda Mallorca y de otras unidades de la Guardia Civil. Durante la cena y en los postres hubo muy buen rollo, y muestras de aprecio a los tres compañeros/as.
Creo que por primera vez la cifra de policías de la Escala Básica en Balears está al completo. De hecho, este mes salen dos mil policías de la Escuela de Avila y, aparte de tres que irán a Manacor, no habrá más incorporaciones. Los que sí vienen son 20 inspectores, destinados a Palma. En estos momentos la plantilla de funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía en Balears es de unos 1.400, de los que unos 900 están en Palma.
Salud y felicidad.