Para llegar al supuesto asesino de la joven inglesa han intervenido en la investigación en aquel país un detective privado y una periodista, que han puesto en manos de Interpol los avances en el caso.
Yvonne tenía serios problemas con el alcohol y era conocida en Alcúdia por su promiscuidad. Sin embargo, no acostumbraba a meterse en problemas. El último día de agosto de 1999 su suerte cambió para siempre. Llegó a su chalet alquilado en la calle Teodoro Canet número 50 acompañado de su verdugo, con el que pretendía mantener relaciones sexuales.
Ambos se tumbaron en la cama, mantuvieron algunos juegos íntimos y luego, antes de que ella pudiera reaccionar, el psicópata le anudó una soga al cuello. Le asestó repetidas puñaladas, le abrió el vientre y se sacó las tripas. Aún viva le arrancó la mandíbula (que se llevó) y luego, con las manos chorreando sangre, escribió en la pared las palabras «Sexo, amor» y el signo hippy. Antes de huir le introdujo una pistola simulada en la vagina.