«Oí un ruido muy fuerte y el tejado se vino abajo». Margalida, la dueña de una casa de dos alturas en Santa Maria, salió ayer milagrosamente ilesa después de que el muro de una obra colindante se cayera sobre su vivienda. Los daños son cuantiosos y el derrumbe causó un gran revuelo en el pueblo.
En la Plaza Hostals se ubica, en el número 7, una angosta casa, que colinda por un lado con una inmobiliaria y, por otro, con un edificio en construcción, de tres alturas. Pasadas la una de la tarde la pared de tres metros de alto y unos diez centímetros de grosor, que iba encajada entre los pilares, se desplomó y cayó sobre el tejado de la casa vecina. La estructura era antigua y el peso del hormigón destrozó la cubierta.
En el inmueble, en la planta baja, se encontraba la dueña, que escuchó un estrépito y salió sobresaltada a la calle. Afortunadamente, sus dos hijas no se encontraban en la casa en ese momento. Los encargados de la obra, alarmados, dieron aviso a los equipos de emergencia y hasta aquella plaza acudieron dotaciones de la Policía Local, la Guardia Civil y los parques de bomberos de Inca y de Llucmajor. «Todo indica que el cemento estaba fresco y no agarró, por eso se cayó el muro que iba entre los pilares». explicó uno de los responsables policiales.
La alcaldesa Rosa Vich se personó en la Plaza Hostals y, en primer lugar, se interesó por el estado de Margalida, la vecina afectada por el derrumbe. Luego dio las instrucciones necesarias para que le buscaran una casa de alquiler mientras arreglan la suya. El dueño del solar en obras es vecino de la damnificada desde hace muchos años y aseguró que entre él, el promotor y el seguro buscarán la fórmula para cubrir los desperfectos ocasionados por el accidente.