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Dos testigos mallorquines, claves en el nuevo juicio por el crimen de Stefanie

Un capitán de la Guardia Civil y un forense de Palma declararán el 7 de febrero por el asesinato de la menor de s'Arenal cometido en 2002

Sobre estas líneas, Thorsten con dos de sus abogados, durante el juicio de 2006 en el que fue condenado a nueve años y medio de cárcel.

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El tribunal de Wüppertal, en Alemania, celebrará en la primera semana de febrero el nuevo juicio contra el presunto asesino de la adolescente Stefanie Rüggeberg, desaparecida en 2002 en s'Arenal y cuyo cadáver fue hallado meses después en una finca de Llucmajor.

El primer juicio acabó con la condena de Thorsten T., el único sospechoso, pero al final se declaró nulo porque se consiguió la confesión del procesado con un ardid ilegal. De hecho, la Polizei introdujo en la celda con Thorsten a un agente infiltrado, que le sacó toda la información necesaria para condenarlo. En abril de 2006 las pruebas contra el alemán fueron suficientes para que el tribunal le condenara a nueve años y medio de cárcel, por un delito de homicidio. Sin embargo, una hábil maniobra del abogado defensor hizo que los jueces dejaran en cuarentena la pena, mientras deliberaban si realmente el juicio y las pruebas aportadas se ajustaban a la legalidad en Alemania.

La conclusión fue que la Policía se excedió al meter un topo en la prisión y se ordenó repetir el juicio contra Thorsten. Los testigos serán prácticamente los mismos que en 2006, pero no se tendrá en cuenta su confesión al compañero de celda.

El capitán Bartolomé Del Amor, jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Palma, ha sido citado el 7 de febrero, al igual que el forense mallorquín Julio López Bermejo. El primero fue el responsable de la investigación policial que permitió determinar que Thorsten era el asesino y posible violador de la adolescente de s'Arenal. El segundo fue el responsable del examen forense a los restos aparecidos en al finca de Son Verí Dalt, que al final resultaron ser de Stefi. Un dato que llamó la atención desde el principio fue que el cadáver llevaba puestos unos calcetines para dormir o de pijama, lo que no cuadraba a los investigadores porque supuestamente la menor había desaparecido tras asistir a una fiesta nocturna con unos amigos.

El rompecabezas se completó cuando se descubrió que la adolescente sí volvió a su casa aquella noche. De hecho, fue atacada en su casa de la calle Bartolomé número 8. Según confesó Thorsten a su amigo de celda, el que en realidad era un policía encubierto, esa noche trató de mantener relaciones sexuales con ella y como la adolescente se resistió la golpeó y cayó mal, muriendo a continuación. Luego él, asustado, trasladó el cuerpo a la citada finca y los ocultó entre unos arbustos.

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